miércoles, 22 de junio de 2016

Bus Stop

Me pasé de parada de autobús por un moco. Yo iba tan tranquilo, pensando en mis cosas, cuando una necesidad urgente apremió en mi nariz. De repente, mi brazo, como movido por un mecanismo milenario e incesante, se aproximó a gran velocidad hacia mis fosas nasales. Justo en el momento antes de tocar aquel nasón se detuvo con inquietante precisión. Entonces fue mi mano la que empezó a ejecutar movimientos: primero, un dedo salió de aquellas manos que estaban al final de ese brazo, segundo, ese dedo inició actividades de excavación no permitidas en la Zona. Y de repente, el conductor ya había cerrado las puertas y yo me encontraba dentro del autobús sin escapatoria posible. ¿Qué más podía pasar? -pensé taciturno mientras el vehículo se alejaba poco a poco de la parada como si un destino funesto e inevitable me persiguiera. Nada más podía pasar porque me bajé en la siguiente parada y anduve hacia mi casa que se encontraba justo entre las dos paradas de bus, a menos de 5 minutos. Fin.

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