sábado, 22 de diciembre de 2018

La Navidad

¿Qué pasa con la Navidad? Es una época muy extraña para mí, todo el mundo hace cosas diferentes y eso me desconcierta, las rutinas se derriban y tienes que salir de tu zona de confort.  ¿No te gustan los juegos de azar? Pero bueno, ¡es Navidad! hay que comprar lotería. ¿Te gusta comer Oreos y galletas Príncipe?  Pero ahora es Navidad y eso está fuera de lugar, hay que comerse el turrón y el mazapán. ¿Te gustan las esquinas de tu salón libres y despejadas, tal y como son? Pues ahora es Navidad y la desnudez de las esquinas es despreciada y denostada, ahora se ponen árboles de mentira y espumillones.  
Bueno ya está introducido el tema, ha quedado claro que hoy voy a hablar de la Navidad y de las cosas raras que hace la gente ¿no?  En concreto quiero comentar UNA cosa que me da mucha pena de la Navidad, y es la gente que se compra pelucas de colores en la Plaza Mayor.
Muchas veces veo parejas o familias enteras que se ponen las pelucas esas ridículas y bueno, al principio qué bien, no? Qué divertido! Jajaja! Son muy graciosas! ¡Parece que tienes el pelo naranja!  ¡¡¡Pero tu pelo realmente es castaño!!! JAJAJAJAJAJAJA.
Es algo novedoso, se miran unos a otros riendo, ponen caras divertidas, menean la cabeza, se hacen fotos, disfrutan de la sorpresa que produce ver a alguien conocido con una peluca de colores. Pero llega un momento en que la habituación hace su efecto, y las sensaciones del principio se atenúan. Una vez celebrado te acostumbras y ya no te produce risa, y esto ocurre verdaderamente rápido. Si alguien pensaba que la peluca sería una mina de risas infinitas estaba muy equivocado...
No obstante, la peluca ha costado dinero y hay que rentabilizarla, así que se la dejan puesta toda la tarde mientras pasean por el centro, total, tampoco tienen donde llevarla, y es más cómodo llevarla puesta que llevarla en la mano.

La cuestión es que continúan haciendo su vida normal y llega un momento en que olvidan que la llevan puesta y se comportan como si no la llevaran, y entonces ves a gente paseando tan normal, a veces incluso callados, completamente ajenos al hecho de que llevan una peluca ridícula, que supuestamente debería divertirles y hacerles felices. Me hace pensar en la finitud del ser humano y a mí eso me pone triste.



En esta representación la chica se ha olvidado de que lleva la peluca, y está pensando en que quizá en la cena de Nochebuena van a faltar langostinos y tenía que haber comprado más. El chico en cambio, es consciente de todo y mira con desazón a las personas que no llevan peluca, mientras piensa que ojalá él también tuviera la valentía de lucir su cabeza como si fuera febrero, aunque estemos en diciembre.
Y esa es la historia de por qué las pelucas de la Plaza Mayor me ponen triste, y es un fenómeno similar al que me produce el parque del Retiro, que quizá algún otro día me anime a explicar.

¡¡¡ FELIZ NAVIDAD !!!  y disfrutad de vuestras pelucas lo máximo posible.