jueves, 26 de diciembre de 2013

El incidente del pez de colores.





Érase una vez, una vez. Esta vez, fue la vez en la que la era se era. No joder, nada de eso pasó en verdad, de lo que yo he venido a hablar es de cuando el famoso egiptólogo, Eric MacAllister descubrió la legendaria tumba de su pez de colores, que su padre enterró cuando él era niño. Para ello, el tío tuvo que cruzar la resplandeciente calle montera, donde una señorita de aspecto explícitamente sexual le dijo:
-"No hay nada que me ponga más que los egiptólogos que van en busca de tumbas de peces de colores enterradas por sus padres cuando eran niños, y de todos los egiptólogos con estas características que han pasado hoy, tú eres el más guapo".-
  
MacAllister se dio cuenta de que esa casquivana fémina sabía demasiado, por lo que decidió ir con ella y ver lo que se traía entre manos, al fin y al cabo ella podía proporcionarle información acerca del acuario que más le convenía para conservar el cadáver de su pez una vez recuperado. No obstante, al llegar a aquella cochambrosa posada descubrió que la mujer sólo quería realizar la actividad pertinente para quedar en estado de buena esperanza, a lo que MacAllister por supuesto, accedió.

Una vez satisfizo los lascivos deseos de semejante perra inmunda, MacAllister se disponía a reanudar su búsqueda, cuando vio, en la mesilla d noche, unas bragas. Rápidamente, recordó que eran las mismas bragas que él mismo se había quitado de la cabeza minutos antes para poder retozar con su repugnante amante. Sus ojos pasaron por alto este detalle para posarse en el broche de oro que había al lado de las bragas, el broche de oro con el escudo de armas de su familia que tiempo ha había pertenecido a su, ahora perdido, pez d colores.

¿Cómo habría llegado el broche allí? Eric MacAllister decidió investigar sobre la posada, quizá su padre se alojó en ella, o puede que frecuentara el uso de putas, ¿Por qué decirlo de una manera fina cuando al fin y al cabo, eran putas? Si no son putas ellas, ¿Quiénes lo son? Cierto es que algunas chicas un poco sueltas y ligeras de cascos se acuestan con el primero que pasa, no obstante, si no les cobran dinero, no son merecedoras de este apelativo. Tras debatir para sus adentros acerca de lo apropiado o inapropiado del uso de la palabra puta, recordó que había decidido investigar sobre la posada.

Así, preguntó a la puta:
-"Oye puta! De dónde has sacado este broche? ¿Eres ladrona además de puta? ¿Eh, puta?"-
La puta dijo: - "Este broche es mío, me lo regaló un viajero porque no podía pagarme con otra cosa, y me gusta colocarlo cerca d las bragas para contrastar lo glamuroso con lo vulgar. Ahora vete, ¡sigue tu camino! ¡El dinero que me has dado lo voy a usar para pagarme a mi misma y masturbarme y, lo que me sobre lo usaré para llamar al malo de esta historia, que aún no ha aparecido, y contarle que el hijo de MacAllister está aquí haciendo demasiadas preguntas! ¡Vete! “ -.

La puta no iba a hablar, así que lo mejor era buscar en Google. Sin embargo su selular estaba funsionando re-mal desde la mañana, y no tenía acceso a su computadora. Las cosas no estaban nada chéveres para Eric MacAllister.
 
Cogió sus bragas y salió de aquel mugriento hostal donde la moqueta olía (y de hecho, sabía a risketos rancios). Comenzó a pensar acerca de las palabras de la prostituta. ¿Quién era ese malo del que habló? ¿Acaso él no le había parecido lo suficientemente malo? Anotó en su libreta que cuando acabara con este asunto, dedicaría su vida a demostrar a la puta que él era muy malote, y que en el insti la liaba mucho.

Así, siguió caminando por las calles hacia su destino, el cementerio de peces de colores de niños cuando empezó a notar que le seguían. Mirase a donde mirase, veía tíos con cara de seguidores, el clásico seguidor, con carnet de seguidor y todo, homologado x la Unión Europea. Por ello, decidió acelerar el paso, pero claro, los seguidores también lo hicieron y todo se quedó igual. Luego decidió detenerse, pero, desgraciadamente, los seguidores también se detuvieron y todo quedó como estaba. Más tarde, decidió tumbarse en el suelo y girar sobre sí mismo, pero, nuevamente, los seguidores también lo hicieron. No había manera de librarse de ellos. Así que les dijo: -"¡¡No me sigáis, por favor!!"-.  Pero eran seguidores sordos así que no funcionó. Se lo dijo en lenguaje de sordos pero le respondieron que no querían dejar de seguirle. Entonces recordó aquella frase que dice "Si no puedes escapar de un seguidor, mátalo". Y se enfrentó a los seguidores. 
Afortunadamente, solo sabían seguir, no sabían luchar, ni siquiera se defendieron, se quedaron inmóviles mientras MacAllister los iba dejando uno a uno inconscientes. Al último le dejó consciente para interrogarle, le preguntó -"¿Qué sucede en este extraño lugar?"-. Y entonces MacAllister escuchó una risa que venía de detrás de su espalda. Se giró, y lo vio. Ahí estaba.

Lo reconoció al instante a pesar de que hacía años que no le veía. Seguía tal como lo recordaba, luciendo esa inmensa barriga cervecera, su camisa abierta, pelo en pecho y su medallón de oro. Por supuesto también su eterno bigote, ahora canoso por el paso de los años.

-“¿¿Sigues vivo... Papá?? “-. Dijo Eric con la voz temblorosa.
- “Sí, aún vivo, he pasado años tratando de buscarte sin éxito, hasta que una pilingui me llamó y me dijo que andabas buscando la tumba de Flipy, contraté a estos inútiles seguidores para no perderte la pista, gracias a dios los has matado y ahora no tengo que pagarles.”-

De esta forma, padre e hijo fueron a reunirse con Flipy, que supongo que será el pez d colores que buscaban. Después de pasar por muchos pesares y tras una explicación completamente satisfactoria y lógica sobre por qué su padre había fingido su propia muerte, había desaparecido de su vida durante años y ahora había vuelto sin explicación aparente, Eric y él llegaron al cementerio. Allí, buscaron y buscaron pero no encontraron por ninguna parte la tumba d Flipy...

De pronto, la puerta del cementerio se cerró de golpe, y ahí había, armados hasta los dientes (con piedras y palos) dos fornidos y apuestos peces de colores.

-"Qué está pasando, papá?"-Dijo.
  
Pero el padre de MacAllister le apuntaba con un tirachinas.

-"Qué significa esto?"- dijo Eric.

-"¡¡Tu padre ha muerto!!"- dijo el hombre, (ahora desconocido del tirachinas) -"Yo lo maté"-. Entonces, el hombre se quitó una máscara y en realidad era... ¡¡FLIPY, EL PEZ DE COLORES!!

-“¡Flipy! ¡¡¡te quiero!!!- exclamó Eric entre sollozos, - “¡¡tú eras mi mejor amigo!! ¿¿Por qué me apuntas con un tirachinas??”-.

 -“Sólo lo hice para desorientar al lector y darle un vuelco a la historia”- respondió Flipy hundiéndose en los brazos de su amigo. – “Yo también te quiero, pero de otra manera....”-. 

Eric MacAllister no salía de su asombro. –“Qué quieres decir, Flipy? ¿De otra manera?”-

-“Eric. Tu padre descubrió mis tendencias homosexuales con humanos y trató de separarnos, tenía miedo de que pudiera surgir un mete saca entre los dos, así que intentó matarme....¡¡¡pero no contaba con que yo lo mataría primero!!! ¡¡Ahora bésame!!"-

-"Noooo” -decía Eric.

 -"Siiii, hazme el amoooor"-

- "Nooooo"-

 Entonces, cuando los peces fornidos tenían a MacAllister con el culo en pompa y Flipy se disponía a violarlo, un broche de oro rebotó en la cabeza de los tres peces "pum pum pum" matándolos...

…-"¡¡PUTA!!"- exclamó MacAllister. -"¡Sí, soy yo! ¡masturbarme me ha dado la confianza necesaria para plantar cara al pez tirano que gobernaba Montera y alrededores!"-

 -"Oh! ¡Casémonos!"-. 

Y así, MacAllister no encontró las respuestas que quería, ¡pero consiguió encontrar el amor y trillones de enfermedades de transmisión sexual!  ¡Aún así era feliz por toda la gente que había muerto gracias a él en esta historia!

FIN!

No hay comentarios:

Publicar un comentario