miércoles, 22 de octubre de 2014

Amores de barra

Érase una vez hace poco, poco tiempo, en un lugar muy cercano, vivía el empresario Robert H. Tyler. Sus amigos le llamaban Hungry Bob, su madre Boby, y su mujer Bobito. Nosotros le llamaremos Alfredo.

Pues bien, Alfredo estaba un día atendiendo su bar (si, era empresario de bares) en una de esas veces que se dignaba a pasar por allí (Normalmente se pasaba por allí pero sin dignarse, pero esta vez no, esta vez se dignó) y observó sentado, solo en la oscuridad, en un rincón, en el suelo, pegajoso, rodeado de bichos y animales salvajes y asesinos y monstruos del espacio, al indio borracho del pueblo, Chicalahuita.

El indio se encontraba haciendo una extraña danza apache para invocar a los extraterrestres que traían ensaimadas, que se bailaba de una forma muy parecida al "Single ladies". Alfredo se preguntó dónde había aprendido a moverse así, así que le preguntó: "Chicalahuita, ¿Dónde aprendiste a bailar?"
Y el indio le contestó: "Lo aprendí en un tutorial de youtube, y lo perfeccioné en el conservatorio. Si quieres, podemos jugar un rato al atmosfear"

Después de jugar durante horas al atmosfear, Chicalahuita y Alfredo se encontraban solos en el bar. Había sido una noche intensa, se habían acusado mutuamente de hacer trampas, habían celebrado las victorias con máxima chulería y habían encajado las derrotas con la mínima deportividad. Ahora ya estaban cansados de tantas emociones y bebían sin parar de la bodega, entablando una amistad que duraría mil lunas. Entonces, el alcohol empezó a hablar a través de los labios de Chicalahuita y dijo:
"Eh! Hola! Soy el alcohol, ¡Ayudadme! Esto está muy oscuro y huele muy raro!"

No joder, era una personificación literaria, maldita sea. El que hablaba era Chicalahuita, pero estaba borracho y decía cosas que no diría estando sobrio, de ahí que fuera el alcohol quien hablara. Es una expresión muy conocida, eh?
El caso es que Chicalahuita le reveló, borracho como una rana, la historia y localización del legendario tesoro de la antigua civilización de Topanga Longa. 
¿Cómo demonios iba a hablar el alcohol? Es una composición química inanimada, joder.

A Alfredo no le importaba lo más mínimo el tesoro legendario de la civilización topanga de su puta madre así que le dijo:
"Que te caaalles, karmele!
Y tras dar un puñetazo en la mesa, se marchó del bar.

Chicalahuita pensó que Alfredo estaba celoso. No sabemos por qué Chicalahuita pensó eso. Quizá porque estaba borracho. El caso es que había revelado su más preciado secreto, y su confesión había sido pisoteada, vilipendiada y escupida ante sus propios ojos. No podía tolerar que Alfredo se marchase así, sabiendo lo que sabía, así que decidió ponerle un Whatsapp que decía:  "No te vayas... =,( "
Cuando Alfredo lo vio, se partió de risa, se descojonó a lo basto del puto indio ridículo maricón, se rió tanto y se lo pasó tan bien, que decidió volver al bar con Chicalahuita para seguir desarrollando su amistad. Cuando entró en el bar, Chicalahuita le golpeó por la espalda con... yo que sé, con un palo, o algo, y le dejó inconsciente y le ató en una silla en el sótano. Cuando Alfredo recobró la consciencia, Chicalahuita le miraba sentado frente a él, con la silla puesta al revés, lo que sin duda era una mala señal.

Chicalahuita comenzó a interrogarle mientras fumaba un interminable cigarro humeante.
"¿Qué es lo que sabes?! y Quién te lo ha dicho?"
Alfredo contestó: "Puto indio retrasado! Sé lo del tesoro de la mierda esa porque me lo has dicho tú!
Chicalahuita cayó en la cuenta de que era verdad lo que decía, así que cambió de estrategia y preguntó:
"Quién tiene la pasta?!?! Dímelo o te dejaré como un colador!"
A lo que Alfredo contestó: "Eres jodidamente imbécil! sólo estás haciendo preguntas estúpidas que encajen con la situación en la que yo estoy atado y tú sentado en una silla del revés!

Chicalahuita contestó: "Deja de comportante como un loco celoso!! Sabes que eres el único en mi vida!"

Alfredo iba a contestar, pero entonces Chicalahuita empezó a gritar: Alfombra! catarata!! Brasil!!!!
cada vez más fuerte, mientras enfatizaba su paranoia levantándose violentamente de la silla. "eléctrico!! Violeta!! Barandilla!!!"
Alfredo quedó sin palabras ante el agresivo discurso de palabras aleatorias de Chicalahuita, que tenía los ojos desorbitados y empezó a agitar fuertemente sus extremidades mientras gritaba con expresión de pura furia: "Vikingos!! Cartel!! Pajarito!!" Alfredo estaba acojonadísimo, hasta que se dio cuenta de que las ataduras que le ataban a la silla eran regalices a medio comer, atados unos a otros, fácilmente rompibles. Mientras, Chicalahuita seguía "Marcelino!! Patitieso!! Cinco Céntimos!!!!.... PINTORESCO!!!! Uoooo PINTORESCO SIIIIII!!!!"

De pronto alguien llamó a la puerta.... 
Toc toc!
Chicalahuita paró en seco, sus ojos inyectados en sangre se clavaron en la puerta. "¿QUIÉN ES?" preguntó enfurecido.

Sonó una amigable voz al otro lado de la puerta: "-Somos los extraterrestres que traen ensaimadas! TRAEMOS ENSAIMADAS! Alguien nos ha invocado."

Chicalahuita fue brincando a abrirles la puerta y los extraterrestres entraron.

Alfredo aprovechó la confusión para romper el frágil regaliz. Fue a enfrentarse con Chicalahuita pero, para entonces éste ya estaba epiléptico por el suelo gritando algo sobre las ensaimadas. Alfredo decidió perdonar la vida de este pobre, antaño brillante, nativo que fue llevado a la locura tras años de explotación de sus tierras y sus familias. Claro que fue un error, porque unos días después el indio le pilló por banda y le mató. Dejándonos a todos una valiosa lección: "No te hagas empresario de bares".

Fin.




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