viernes, 15 de julio de 2022

Los viajes en el tiempo

Resulta que he estado reflexionando sobre los viajes en el tiempo y he hallado varios problemas que generarían si llegaran a ser posibles. Sí, soy de esas personas que solo dan problemas y nunca soluciones. Soy tonta y me gusta ser tonta.
Bueno, esto no tiene nada que ver con efectos mariposa ni universos paralelos. Eso está muy visto. El problema que quiero exponer a continuación radica en que hablamos estrictamente de viajes en el tiempo pero no hablamos de teletransportarnos a diferentes lugares. 
Pongamos por caso que yo quiero viajar en el tiempo a la prehistoria. Retrocederé en el tiempo, sí,  pero yo estaría situada en el mismo punto geográfico en el que me encuentro en el presente. 
Tal vez estoy situada en un terreno sedimentario. Eso significa que en el pasado aún no se había acumulado allí el sedimento y el terreno tenía entonces menos altitud, por lo tanto, cuando llegue a la prehistoria me encontraré flotando en el aire. La consecuencia nefasta es que caeré en picado esos metros que me separan del suelo y seguramente moriré en el acto. 
Podría darse la situación contraria. Que me encuentre en una zona que, a lo largo de miles de años, ha sufrido los efectos de la erosión. Por lo tanto, el punto en el que estoy, antiguamente estaba cubierto de tierra. De tal manera que cuando viaje en el tiempo me encontraré enterrada bajo metros de tierra y como consecuencia moriré asfixiada. 
Y así podríamos seguir con más ejemplos. También podría estar en un lugar donde antes había una laguna, entonces me ahogaré.

Bueno, bueno, no vamos a ser tan catastrofistas diréis. —Vamos a buscar soluciones. Vamos a ir a lo seguro y no vamos a retroceder tan atrás, iremos a un momento y lugar en el que sepamos que el terreno era igual que ahora.
De acuerdo. —Os diré yo. Vamos a viajar a la antigua Roma. 

Sabemos que el foro romano, que actualmente se sigue conservando, era el centro neurálgico de la ciudad. Los edificios están ahí, hay planos, hay pruebas. No hay fallas en el plan. Entonces tomaría un avión a Roma, compraría unas entradas para el foro romano y desde allí mismo efectuaría el viaje temporal dosmil años atrás. Pues bien, ya os dije antes que yo buscaba problemas y nunca soluciones. 

Sabemos que el foro tenía un aspecto diferente al que tiene ahora, los edificios están derruidos y los caminos son de tierra. Si viajara allí ocurriría lo siguiente:

Mis pies quedarían enterrados bajo los adoquines que antiguamente estaban allí colocados. Los romanos no entenderían nada. Pensarían que soy una especie de árbol que ha crecido ahí, o algo.
Como veis, hay que tener en cuenta todo. Esta solución tampoco me sirve. 

Pero no contenta con esto, me di cuenta de que el problema era mucho más profundo. Resulta que la Tierra se mueve. Así que, si la posición de mi cuerpo en el espacio es estrictamente la misma, cuando viaje en el tiempo puede que la Tierra esté muy lejos de mí, en otro punto de la órbita alrededor del Sol. Yo estaría flotando sola en medio del cosmos. La consecuencia nefasta no hace falta decirla.

Entonces hay que asegurarse de que viajamos a la misma estación del año en la que estamos ahora y de que la Tierra se encuentra en la misma posición respecto al Sol. —decís vosotros con regocijo.

¿Seguro?
Eso tampoco vale... ¡porque el universo se expande! realmente la Tierra NUNCA vuelve a la misma posición.

En este punto abandoné la reflexión porque empezó a darme mucha pereza todo y seguramente hay gente mucho más lista que yo que ya ha pensado sobre esto. Por ejemplo, Stephen Hawking. No tengo ni idea, pero seguro. Menos mal que ya se ha muerto y no me puede acusar de copiarme ni nada.

Espero que el tema os haga reflexionar y averigüéis una forma de viajar en el tiempo sin graves consecuencias. La de los adoquines ha sido un al palo. Era la menos nefasta hasta que caí en lo del universo. Eso lo jodió todo.

¡Besitos de brócoli!






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