lunes, 25 de diciembre de 2023

Una Carolina Navideña


Hace mucho, mucho tiempo, un niño vino del cielo para convertirse en el rey de reyes, morir salvándonos a todos y después volver a resucitar. El nombre de ese niño era Goku, o bueno, Kakarotto, en Sayain. Algún tiempo después, nació Ebenezer Escruch. Era el viejo dueño de una fábrica, a cargo de varios infelices trabajadores a los que tiraba raspas de pescado desde su oficina mientras insultaba a sus madres y les decía que trabajasen más y que ganasen menos dinero. Y es que, si algo le gustaba a Escruch era el dinero. Su despacho estaba adornado con enormes cuadros de billetes de dólar posando a caballo, o chelines jugando al póker, apostando perros. El dinero le gustaba a Escruch, pero no le gustaba nada más. Odiaba el arco iris, despreciaba a los cachorritos y hacía vudú a la madre Teresa de Calcuta. Un día, Escruch, yendo a trabajar, estaba por la calle escupiendo a huérfanos sin techo refugiados de guerra mutilados cuando de repente vio un cartel que decía: "¡Atención! ¡La nochebuena llega a la ciudad!"

—¡¡Otra vez la maldita Navidad!! Con el asco que me dan los espumillones... me parece todo de lo más demodé— pensó.

Y procedió a sacarse de la nariz un moco (mitad blando y mitad duro) y pegarlo en el cartel como signo de su gran desprecio.

Después entró en su fábrica y se dispuso a hacer sus tareas de jefe abusivo que consistían en contar monedas una por una y colocarlas en torrecitas muy altas mientras humillaba a todos hasta el punto de aburrir al lector que hace rato ha entendido la personalidad de la que estamos hablando. Entonces, irrumpió en su despacho, cabizbajo e inseguro, uno de sus más fieles empleados, Antonio Alcántara, y se dispuso a pedirle algo, tartamudeando de miedo:

—Señor ...ñor...ñor... ehmm.... me preguntaba si mañana...na...na... podría darme la tarde libre...bre... bre... ya que es navidad... dad...dad...dad…dad... (tartamudea repitiendo la última sílaba en vez de la primera y queda mazo de raro).

—¿¿La tarde libre??! ¡Para qué! ¡¿Para ir a comprarte pelucas de colores a la plaza mayor?! ¡Já! Antonio, no necesitas una peluca ridícula, tu pelo ya es lo suficientemente ridículo.

—Sí, ¡señor! jejejejejeje ¡qué ocurrente es usted señor! ¡Disculpe mi atrevimiento, con permiso me retiro, Don Pabl... digooo señor Escruch!

Tras unas cuantas burlas más, alguna insinuación sobre acostarse con su mujer y haberle hecho bailar disparando a sus pies con dos revólveres, Escruch permitió a Antonio volver a su trabajo y se fue a su casa.

—¡Navidad! —decía entre dientes —Menuda... menuda... tengo que encontrar una palabra que exprese lo que es para mí la navidad... menuda... papanatas! mmm... mamarrachada!

Escruch siguió pensando hasta quedarse dormido, cuando dio con la palabra indicada:

—¡Navidad! ¡Puta gilipollez! —y se quedó dormido satisfecho... hasta que su reloj de muñeca de Hello Kitty dio las 12:00.

—¡EbeneeeZeeeEer! ¡EbeneeEezeeer! —se escuchaba con voz de fantasma.

Escruch se despertó sobresaltado para ver un ser ectoplasmático lleno de cadenas, larguirucho, con guantes blancos en sus manos de cuatro dedos, orejas caídas, hocico prominente y su característico gorrito verde. Reconoció a su antiguo compañero de trabajo y se incorporó en su cama. Como os podéis imaginar, llevaba un camisón blanco y un gorrito de dormir. Se restregó los ojos y encendió una vela en un plato con asa de esos que iluminó tenuemente la estancia.

—¿Goofy? ¿¡Cómo es posible!? ¡Estás muerto y enterrado! Yo mismo di tus muelas de oro, tu piel y tus huesos a cambio de una entrada para el concierto de David Bisbal, la cual fotocopié múltiples veces para estafar en la reventa.

—¡Escruuch! Soy un alma penitenteee.... fui muy malo como tú y ahora estoy condenado... a llevar atada a mi pie una cadena que es incómoda y pesa un poco y dificulta mis actividades de fantasma... A ti te pasará lo mismo si no cambias tu actitud con respecto a los pobres y a la Navidad.

—¡BAH! chorradas, digo... bobadas... mmm no, ¿cómo era? ... es igual. ¡Lo que estás diciendo me parece una parida! Lárgate y déjame dormir, mañana tengo un largo día de contar muchas monedas.

—Escucha lo que te digo Escruuch... "EscRúchame bien" ¡ja, ja!...  esta noche vendrán tres fantasmas que te van a dar una chapa, como la mía, pero un poco más interactiva, con apoyos visuales y eso. Hazles caso y todo saldrá bien.

Tras decir estas palabras el Goofy ectoplasmático se desvaneció en la penumbra.

Escruch volvió a acostarse visiblemente enfadado por haber visto perturbado su sueño.

—Fantasmas mis cojones...—mascullaba entre dientes, hasta que volvió a caer dormido.

Al rato, fue despertado por una estridente melodía que solo podía venir de las profundidades del averno:

"Tú siempre fuiisteee... ¡duuuro de pelar! ¡duuuro de pelar!"

Sobresaltado, Escruch se incorporó para ver, ante sí, la figura de una bella y rubia mujer, vestida de cuero negro.

—¿¿¿Rebeca??? —dijo escudriñando en la oscuridad.

—No, Ebenezer —respondió el ser. —No soy Rebeca, soy el fantasma de las navidades pasadas. He venido a mostrarte algo que te va a cambiar la vida.

Entonces, el fantasma sacó el proyector y el portátil, se puso las gafas y, tras algunos problemas para que el ordenador reconociera el pen drive, empezó una presentación en Power Point.

—Bueno, empecemos con la fundamentación teórica. Según Bowlby, el apego que desarrollamos en la primera infancia bla bla bla…

Ebenezer se esforzaba por atender sentado en la cama, con los brazos agarrando sus rodillas.

—Hum... —murmuró el fantasma al ver que su audiencia se aburría —Parece que esto no está funcionando... ¡cambiemos el enfoque!

Agitó los brazos y saltaron chispas y rayos de colores y burbujas de Freixenet, y el espacio se distorsionó, hasta aparecer en una casa pequeña, pero de dos pisos, de esas casas que parecen humildes, pero realmente tienen dos pisos.

Ebenezer reconoció el sofá ante la tele, la cocina, las escaleras...

—¡¡¡Estamos en la casa de los Simpson!!! —dijo ilusionado.

—No, idiota —respondió hastiada la fantasma. —Es tu casa de la infancia, la casa de tus padres.

Ebenezer, embriagado por la nostalgia, se dirigió al salón. Ahí estaban sus padres, de quienes no se pudo despedir porque tuvo que contratar a un sicario para matarlos para que no le incriminaran a él. Su hermana pequeña, a quien hacía años que no veía porque estaba en la cárcel, cumpliendo condena por haber firmado unos documentos y avales que le pidió él. Y él mismo, el pequeño Ebenezer, que veía absorto el partido del Madrí. Ebenezer adulto no pudo contenerse y dijo...

—Pero buenooooo, ¡¡fuera de juego!! ¡¡Árbitro, cabrón!! ¡¡Eh!! ¡Está solo, ese! ¡¡cubridle!!

—Somos fantasmas, Ebenezer. No pueden vernos ni oírnos. Además, están en la tele, no podrían verte ni oírte, aunque no fueras un fantasma.

Ebenezer se preguntaba para qué habían ido al pasado, si no era para corregir los errores arbitrales históricos en contra del Madrid.

La fantasma decidió mostrarle entonces el momento en que sus padres mueren a manos del sicario y un flashback que mostraba a Escruch contratando el servicio con una cara de villano total.

A continuación, le mostró cómo su hermana entró en la cárcel y a él haciéndola firmar esos avales.

—Sigo sin entender nada —dijo Escruch, cada vez más nervioso al pensar que estaba perdiendo tiempo de sueño. —Ya sé estas cosas, ¡porque las hice yo! ¿Por qué me las muestras?

La fantasma decidió simplificar un poco más su mensaje y preguntó:

—¡Vamos a ver! ¿A ti te gusta que te maten?

—No.

—¿¿Y que te metan en la cárcel??

—No.

—¡Pues a los demás tampoco! —exclamó la fantasma, que ya estaba perdiendo la paciencia.

—¡¡¡¡Aaaaaaaahhhhhh!!!! ¡¡¡Que lo he hecho mal!!! —dijo Escruch, que en ese momento tuvo un momento Eureka.

—Claro, joder —se quejó la fantasma, y a continuación Escruch estaba de nuevo solo y acostado en su cama.

Estaba sudando debido a la experiencia traumática de volver a ver el 2 a 6 en el Bernabéu, todavía no se había recuperado cuando vio, sentado en una silla, un hombre con una sonrisa caricaturesca y extremadamente sobreactuada. Este empezó a hablar a Escruch en un idioma ininteligible que claramente debería proceder de otra dimensión:

—Escruch, ¡hartosopas!  Andandarán tus ilusiones, que tás más podrío que un malacatón pasao! To´l el dinero pa la saca ¿eh?

—Espera... ¿Eres José Mota? ¿este año otra vez hay especial?

—¡Anda, calla, que eres mu tonnnnto! No soy José Mota, soy el fantasma de las navidades presentes, ¡las de mañana no! ¡las de hoy!

El fantasma se movía continuamente como un animatronic epiléptico, y no paraba de poner caras que pretendían ser divertidas pero que generaban un poco de cringe.

—¡Hala, barba chivo, coge el abrigo que si hay que ir se va!

Y salieron volando por la ventana.

Escruch empezó a emitir una serie de grititos y clichés tipo "uo uo uooo! ¡me temo que no llevo cinturón de seguridaaaad!"

—No es por no decirte que calles, cansino, ¡pero te puede el ansia viva! ¡Apaga!

Y aparecieron en el barrio de San Genaro, y entraron por la ventana a un piso con una decoración clásica, con tele de tubo y sin Alexa. Dentro, Antonio, el empleado de Escruch, disfrutaba de la cena de Nochebuena con su familia, que consistía en una hoja de lechuga que compartían entre todos con un grano de sal, ya que era una ocasión especial.

—Eh, ¡es Alcántara! ¿Quién hubiera dicho que los empleados tuvieran que comer?

—¡Bueno, cierrabares, respetos al máximo! Los aberronchos estos están hablando...

—Merche, me cago en la cuna que me arrolló, ¿dónde está Toni? que es Navidad, coño, ¿¡no estará metido en política?! —dijo Antonio.

—Ay, Antonio, te quiero tanto… ¿seguro que no puedes librar mañana? Este Escruch es un jefe un poco abusivo.

—Que no, Merche, que Escruch es mi oportunidad de ser alguien en la vida. Además, es todo un señor, ¿no recuerdas cuando vendió las joyas de su madre para pagar mi multa cuando lo de construcciones Nueva York?

—Pero Antonio, al final estaba conchabado con Lastra, y se quedó el dinero él, ¡era mentira! ¿Es que no viste las temporadas siguientes?

De una radio al fondo se escuchaba un villancico cantado por niños para añadir costumbrismo sesentero a la escena: "Ya vienen los reyes magoos, ya vienen los reyes magoos, caminiito de Belén... Olé olé olé..."

—Que no insistas mujer, ¡me cago en la leche! ¿Y dónde está Toni, te digo?

—Pues vete a saber, este hijo nuestro está loco Antonio... el que me preocupa es Carlitos... que está todo enganchao a lo del fentanilo ese... ¡ay señor...!

—Como somos pobres, es lo que nos toca, Milano.

Al ver esta escena, Escruch se empezó a dar cuenta de lo importante que es la Navidad para los pobres, ya que tienen que vivir muchas desgracias, y escuchar villancicos les anima un poco. También se había fijado en que Antonio le respetaba y le agradecía, a pesar de ser un empleado y por lo tanto una herramienta. Se imaginó una familia de llaves inglesas cenando en navidad, agradecidas por ser manoseadas por sus dueños, y sintió una gran condescendencia. Pero todavía no terminaba de importarle del todo.

El fantasma de las Navidades presentes prosiguió con su extraña verborrea:

—Vaaa va va vááá...mmmadre míííía... el niño de los Alcántara la va a esmochar... ay como las balasss —exclamaba mientras daba pasitos diminutos sin doblar las rodillas.

De esa guisa emprendió el vuelo de nuevo, al grito de “ahora vas y lo cascas”, y dejó a Escruch solo y en camisón de señora en aquella calle más nevada que cuando la Filomena.

—¡Fantasma de las Navidades presentes! No me dejes aquí que hace friiiiiiiioo... y no hay ubers porque estamos en los 60.

Escruch se puso a caminar cuando se topó con una tumba. Se dio cuenta de que ahora llevaba una larga barba blanca, y que habían desparecido los 600 y el kiosko del Cervan para dar paso a un cementerio abandonado, postapocalíptico, sobre el cual volaban dirigibles con focos que mantenían el orden. Nevaba sin cesar, pero era nieve sintética, que sabía a patito de goma. Escruch se abría paso entre las lápidas y la ventisca camino de la tumba. Distinguía a una familia velándola... ¡no... Carlitos! ¡ese maldito yonki no podría darle ese disgusto a su familia en Navidad!

—¡Carlitos! ¡CARLITOS! —gritaba al acercarse a la figura más alta... Cuando llegó vio a un hombre adulto, con algunas entradas y poblada barba castaña...

Era Carlitos de mayor, junto con el resto de los Alcántara. Se fijó en la tumba y en la inscripción se leía: "Aquí yace Herminia. Madre, abuela, estereotipo".

Escruch estaba estupefacto, anonadado, en chock. Esperaba haber encontrado la muerte de un niño y había dado con algo aún  peor... un spoiler.

Entonces la ventisca le llevó a otra lápida, cuya inscripción no se leía claramente, guardada por una alta figura que sostenía un móvil con la linterna activada, ataviada con una capucha y un hábito que tapaba todo su cuerpo, por lo que sería difícil adivinar su ropa interior. Aunque como soy narrador omnisciente, sé que llevaba boxers MUY ajustados. Y ahora lo sabéis vosotros.

Escruch sollozaba como una niña, porque es el futuro y ya se puede volver a decir cosas machistas, y rogaba:

—¡Demonio! ¿quién eres? ¡¡arréglalo todo!! arregla mi lavadora y, además, todo este jaleo! ¡quiero ir a mi casa!

La figura solo señalaba la tumba, acercando la lumbre a la inscripción. Escruch se acercó y pudo ver que en el epitafio ponía: "Ebenezer Escruch, odiado por todos por no gustarle la Navidad... y Walter muere en el último episodio de Breaking Bad"

Lo que leyó lo dejó absolutamente sobrecogido, y esta vez era mucho peor aún que un simple spoiler de una serie...  ¡un SEGUNDO SPOILER y de una serie que realmente veía! Además, era mucho más inesperado que lo de Herminia porque este no llevaba 23 temporadas teniendo 85 años.

En ese momento, el encapuchado se retiró la capucha y mostró su cara. Escruch reconoció en seguida su pelo rubio y su gesto serio... ¡la médium británica Anne Germain! 

La médium habló:

—"yunkson tambel bliss fiucher Christmas wimsi meision delait"

Y Jordi González tradujo:

—Dice que es el fantasma de las Navidades futuras, que está encantada de estar aquí con nosotros en Telecinco, y que vas a morir solo si sigues así, sin apreciar la Navidad.

—"Wachu wachu" —continuó Anne Germain.

Y Jordi González tradujo:

—Ahora solamente dice "wachu wachu".

De pronto, Scruch vio como todo a su alrededor comenzó a arder, Anne y Jordi se desvanecieron y ahora él se encontraba solo y atrapado en medio de las llamas mientras sonaba una música angustiosa de violín: "chanana nana nana nana nana". Empezó a gritar mientras intentaba zafarse de las llamas cada vez más altas que lo consumían:

—¡¡¡Nooooooooo!!!....

En la siguiente escena, se encontraba agitando los brazos en su cama y se despertó sobresaltado.

Se dio cuenta de que todo había sido un sueño de Resines, sin ser nada de eso él. Se levantó a toda prisa y descorrió las cortinas de su habitación y vio el paisaje nevado. Salió a la calle sin vestirse siquiera dispuesto a celebrar el día de navidad como nunca antes lo había hecho.

—¡Tú, niño! —le dijo a un niño random que pasaba por ahí. —¡¿Qué día es hoy?!

—¿Hoy, señor? hoy es 28 de diciembre, ¡¡el día de los inocentes!!

Escruch tuvo unos segundos de desconcierto, hasta que empezó a sonar la sintonía se inocente, inocente y apareció Juan Imedio con un ramo de flores gigante y el típico monigote. Escruch se tapaba la cara y hacía gestos de alivio, alegría y sorpresa, algo hablaba con Juan Imedio, pero ya no podemos oírles porque solo suena la melodía "tinoní, tinoní, tinoní noní noní… ninooooo ninoooo" mientras vocalizan y se abrazan.

Los fondos recaudados por el programa fueron donados para los empleados de la fábrica, así que Carlitos pudo internarse en una clínica y salvarse, aunque Herminia y Walter murieron igual. Escruch aprendió el verdadero significado de la nochebuena y permitió a sus empleados sintonizar villancicos durante su jornada de navidad.

La moraleja es que la Navidad puede ser una época entrañable que pasar con los seres queridos, pero el capitalismo la hace una época mejor si eres rico.

¡Feliz Navidad de parte de Carrusel Perverso! Y ¡feliz día de los inocentes!

domingo, 25 de septiembre de 2022

Vacaciones yé-yé

Eran las vacaciones que tanto llevábamos esperando mis amigos y yo, con quienes no tenía ya el hábito de compartir tiempo por los compromisos de la adultez. Hijos, hipotecas, helicópteros, herraduras, hornitorrincos... era la ocasión de volver a revivir nuestra juventud.

Así que allí estábamos, en la plaza mayor de Drosvayia, mis amigos Rupo, Ripo, Ripa, Ropa y yo, disfrutando de una buena jarra de leche de mona cacereña. Poco imaginábamos que ese viaje sería un evento exento de sorpresas, que confirmaría que todo quedaría igual y que no cambiaría nada. Entonces, Rupo le dijo a Ripo:

—¡Rápido! Una rapaz rapiñará tus rupias, ¡rapea para repelerla!

Y Ripo empezó a rapear un absurdo rap lleno de ripios. Me repateaba. Tuve ganas de repatriarlos, repartirles una ostia. Me repeiné y repensé qué había ido a hacer allí. 

Reparé en lo increíblemente aburridos que se habían vuelto mis amigos desde que éramos adultos. Ya no me hacía gracia rapear con la R y con la P. El único entretenimiento que nos unía desde niños.

Decidí continuar el viaje yo solo. No más Rupo, Ripo, Ripa ni Ropa. Ahora era simplemente Rape.

Así que esa noche, mientras dormían, preparé el macuto y salí de aquel hostel lleno de Drosvayianos y cacereños. Yo quería conocer suecas y a Alfredo Landa, y a Antonio Ozores.

Y con ese propósito en mente, abracé mi nueva vida, abandonando a mis queridos amigos, al rap y a mi serpiente mascota. Me subí a un taxi con decisión.

 —¡A Suecia! —dije con reencontrado vigor. 

—Caballero, voy a tener que pedirle que salga de debajo de esa cama —dijo el dependiente de Ikea.

Así que le hice caso y pedí perdón y le estreché la mano, pero, ¿Cómo había ido a parar ahí? ¿Había equivocado en un delirio el taxi con el Ikea, alimentado por mi deseo de ir a Suecia? Salí del establecimiento para descubrir que no estaba en el Ikea de Drosvayia, sino en el de San Sebastián de los Reyes. Mi respiración empezó a acelerarse y me tuve que sentar. Alguien me miró y me preguntó si necesitaba ayuda, y le dije que no. Aún así no paraba de abanicarme con la mano y mirar alrededor como buscando ayuda. "Qué pesado, ojalá se fuera", pensé. Me estaba poniendo más nervioso. 

—Me sabe fatal —decía todo el rato. —¿Seguro que está bien?

Yo solo asentía sonriendo con muy poca asertividad, y él con muy buena intención estuvo unos largos diez minutos hasta que por fin se fue para nunca volver a aparecer en esta historia. Ahora tenía que recuperar el aliento y descubrir lo que estaba pasando.

Decidí regresar a la cama del Ikea para inspeccionar la zona. Esperé a que no hubiera dependientes y volví a meterme debajo. Estuve un rato palpando el suelo por toda el área y no parecía haber nada extraño, hasta que de pronto sentí algo. Una zona del suelo estaba blanda como el culo de la reina de Inglaterra (antes de que se muriera). Presioné con mi mano y vi cómo mi brazo desaparecía bajo esa especie de masa carnosa. Entonces metí la cabeza y me vi sentado en la sala de espera de una clínica estética de blanqueamiento de ano. Saqué la cabeza y seguía en Ikea. La volví a meter y me vi montado en un camello junto a las pirámides de Giza. La saqué y seguía en Ikea. 

Al parecer, ese lugar era un agujero de gusano que conducía a otros lugares. Pero, ¿Cómo evitar ir a parar a lugares aleatorios? ¿Cómo podría utilizarlo a mi favor para llegar a una comedia de destape de los años 60 junto a Ozores, Landa o Fernando Esteso como siempre había soñado?

Tenía que conseguir entender el vórtice y, a la vez, mantener el secreto. Así, me matriculé en física, cogí un profesor de clases particulares de refuerzo, conseguí el grado, el posgrado, me doctoré, hice contactos, publicaciones, congresos y conseguí un puesto en el servicio secreto del gobierno de los Estados Unidos de América (de ahora en adelante, E.E.U.U.). Entonces volví a la cama de Ikea con los conocimientos, instrumentos, autoridad y autoestima que necesitaba para estudiar el vórtice y, para mi sorpresa, la cama había sido vendida. Tenía entendido que los muebles expuestos en Ikea no se vendían, pero parece ser que sí, de verdad, miradlo en google. Ahora estaba en una situación comprometida, puesto que me habían metido en un grupo de Whatsapp de antiguos alumnos del instituto para organizar un reencuentro y yo no quería ir. Pero no tenía tiempo para eso, tenía que resolver lo del vórtice.

Afortunadamente, como el lector recordará, el portal espacio-temporal estaba en el suelo, por tanto era completamente irrelevante que la cama se hubiera vendido. Ahora en su lugar había una alacena de cocina. Era más difícil acceder, sí, tenía que apartar la alacena, pero aún no se había ido al traste esta historia y servían de algo todos mis estudios en física cuántica.

Me puse un polo amarillo y una chapa de Ikea para que nadie sospechara y aparté la alacena.

Ahí estaba, el agujero carnoso. A simple vista era imperceptible, pero al tocarlo se sentía como las tetas de la Duquesa de Alba (antes de que se muriera). 

Gracias a mis masters en física y años de concienzudo estudio me di cuenta de que había una ruedita que servía para indicar a donde querías ir. Justo en el momento en que iba a girarla para emprender mi primer viaje salió del agujero un tipo idéntico a mí. Por alguna razón iba vestido con un disfraz de payaso y me dijo las siguientes palabras:

—Rape, soy yo. Digo tú. O sea, soy yo y también soy tú. Vamos, que yo también soy Rape. Pero no uno que también se llama Rape, es que soy el mismo. Bueno, que vengo a decirte que debes evitar la reunión de antiguos alumnos.

Estaba claro que si preguntaba por qué, me diría que no había tiempo para explicaciones, así que nos pusimos manos a la obra para evitar la reunión. Escribimos a Jessy, para decirle que el Ruben se había liado con Bea mientras aún estaban juntos. Luego escribimos al Zoe para decirle que Rubén había perdido la virginidad con su hermana, y escribimos a todas las tías para decirles que otras tías habían dicho de ellas que usaban relleno en el sujetador. Así, la gente empezó a salirse del grupo y la reunión fue evitada. Pero entonces, el vórtice empezó a brillar y a hacer ruidos semejantes a arcadas, y de él surgió otra versión mía, esta vez vestido de Frida Kahlo, y nos dijo: 

—¡Rapes! ¡Soy Rape! ¡Soy vosotros, vaya! pero no ambos, soy uno solo, uno de vosotros, ¡pero no el mismo! ¡otro Rape! ¡un Rape repe! ¡¡He venido a deciros que hay que ir a la reunión de antiguos alumnos!!

Ahora no sabía qué hacer. ¿Le haría caso a un tipo disfrazado de Frida Kahlo? 

Ya le había hecho caso a un tipo vestido de payaso. Pensaba que ya era suficiente de escuchar a tipos vestidos de manera estrambótica, uno por día estaba bien, por mucho que tuvieran un asombroso parecido a mí y dijeran llamarse de la misma manera.

Pero, por otro lado, ¿y si Rape repe tenía razón? ¿y si tenía que ir al reencuentro? 

Decidí que ya estaba bien de tanta historia y me lancé al vórtice de cabeza. Lo que allí dentro experimenté me sobrecogió y me desasosegó y me produjo incómodos gases. Primero descendí a toda velocidad a través de un conducto en el que parpadeaban luces, sonaban bocinas y canciones del verano de los 90. Luego mi cuerpo se expandió y empezó a ocupar todo el lugar disponible, y comencé a percibir distintos espectros lumínicos y a oler un poco a ambientador de coche. Después concebí las respuestas a la vida después de la muerte y el origen y el final de todo durante 5 segundos, para luego olvidarlo y concebir goles de Ronaldinho en vídeos de youtube. Finalmente, aterricé en un despacho. Un despacho grande, con una mesa cara, de madera buena, con una cosa de esas que son bolas que chocan entre ellas sin parar. Sentado en una silla había un personaje de lo más particular. Calvo, con gafas y bigote, no muy alto, trajeado y rellenando folios, cuando reparó en mí.

—¡Rape! ¡Te estaba esperando! —dijo.

—¿Quién eres? ¿José María Iñigo? —pregunté extrañado.

—José María Iñigo no tiene gafas —contestó él.

—Es verdad... ¿Mortadelo?

—Mortadelo no tiene bigote.

—Mierda. ¿El de Breaking Bad?

—El de Breaking Bad no va trajeado. 

—Pues no sé quién eres —confesé.

—Lo sé, pero yo sí sé quién eres tú, Rape. Eres un viajero del tiempo. 

—¿Cómo lo sabes?

—Porque he conocido a otros Rapes del futuro. Mi nombre es Jackson Farrara (pronunciado con acento anglosajón, como el anuncio de Carolina Herrera) y soy un científico de... de la ciencia. Llevo años estudiando tu caso. 

Me estrechó la mano mientras yo seguía pensando que había sido una estupidez apostar por Mortadelo porque además de no tener bigote, sí que es alto. El hombre calvo, con gafas, y bigote, no muy alto y trajeado comenzó a pasear lentamente de un lado al otro de la sala mientras continuaba hablando.

—Llevo tantos años estudiándote que sé más que tú de tu propia vida. Comenzaste experimentando con el vórtice por un legítimo deseo de conocimiento, con una genuina mirada científica, igual que yo. Pero después comenzaste a usarlo para intentar cambiar eventos de tu propia vida. Viajabas al pasado para cambiar cosas: coger el paraguas un día de lluvia, ponerte unos calcetines sin tomates cuando una chica te invitaba a subir a casa, ponerte en la cola rápida del supermercado... y todo ello desató un gran caos. Por el efecto mariposa, los cambios producían eventos que no podías controlar y cuyo origen no entendías. Cuanto más viajabas al pasado para intentar evitarlo más arruinabas las cosas. Cada vez viajabas más atrás y hacías intervenciones más intrusivas, incluso hay registros de un suplantador de Frida Kahlo y se cree que pudiste ser tú. Perdiste la noción de continuidad de tu propia existencia, y convertiste tu vida en un absurdo ir y venir.

Yo permanecía atónito, era complicado atender a tan enrevesadas explicaciones, y más con las bolitas esas distrayéndome. El HCcGyBnmAyT (Hombre calvo con gafas y bigote no muy alto y trajeado, que en verdad se llama Jackson Farrara, y por lo tanto podía haberse referenciado con una cantidad significativamente menor de caracteres) continuó:

—Es por eso que urdí este plan, atraerte aquí. Verás, no siempre me he llamado Jackson Farrara. Yo estoy en tu futuro, pero realmente vengo del pasado, un pasado más anterior al tuyo...

—No se dice "más" anterior —interrumpí —, se dice... 

—Vengo de una época remota en la que reinaba la ignorancia y la confusión. Los años 60. Descubrí el vórtice en San Sebastián de los Reyes, pero no existía la tecnología para dominarlo. Entonces produje y protagonicé varias películas de destape en las que se podía acosar a suecas y alemanas. Dejé un paraíso utópico con la esperanza de que alguien soñara con viajar a él y, con esa motivación, usara el vórtice cuando existiera la tecnología suficiente. Fingí mi propia muerte metiéndome en una cabina y me tiré al vórtice innumerables veces hasta que, por azar, llegué al futuro y me matriculé en la carrera de... ciencia. Entonces construí este despacho donde antes estaba el Ikea y seguí tus aventuras, esperando a que llegaras y pudiéramos trabajar juntos, cada uno desde una época diferente para estabilizar el vórtice. Pero empezaste a liarla parda, como se dice ahora, así que tengo que matarte y volver a empezar. Yo envié al Rape payaso, porque si hubieras ido a la reunión de alumnos, te habrían preguntado por lo que has estado haciendo los últimos años, habrías hablado del vórtice y te habrían revelado que, evidentemente, detrás de todo esto solo podía estar...

—¡JOSÉ LUIS LÓPEZ VÁZQUEZ! —exclamé.

No podía creer que estuviera tan cerca de mi gran sueño y, al mismo tiempo, a punto de morir a manos del hombre que podía cumplirlo.

¿Quién iba a pensar que José Luis López Vázquez era un reverendo H.P.? Aunque debí imaginarlo con su papel en Sor Citroen. 

Ahora tenía que tratar de persuadirle para que no me matara utilizando mi ingeniosa dialéctica.

—¡Tengo una idea! —exclamé.

—¿Qué idea? —preguntó con interés José Luis, alias "Fagruagra".

—Que no me mates.

—Vaya. Tú siempre tienes muchas ideas.

—Así es. Se me acaba de ocurrir. Total, a ti te da igual y para mí es mejor, porque sigo viviendo. 

—Ya veo por donde vas.

—Además, todavía estamos a tiempo de trabajar jun...

—¡Basta! Ya me habías convencido con la primera idea —interrumpió —. Retomaremos el plan de cerrar el vórtice. A fin de cuentas eres el único que puede hacerlo por tus conocimientos en física. 

Así fue cómo le expliqué a José Luis acerca de la ruedita y el botón de On-Off, que hacía que esa abertura en el suelo gelatinosa como la barriga de Maradona (antes de que se muriera), se transformase en una lámina de parquet Bokträ de Ikea, lo cual dejaba el portal cerrado. 

José Luis López Vázquez se sintió muy agradecido. Así que pensé que había llegado el momento de pedirle aquello tan ansiado. 

—Bueno, Rape, supongo que ahora querrás tu recompensa... ¿estás listo para ver nórdicas en bikini en Benidorm? 

—La verdad, señor López Vázquez, aka Fagruagrua... ¡No! he aprendido que los deseos pueden ser un arma peligrosa, que tienen un precio y que acosar extranjeras en la playa está mal... ¡quiero que me devuelvas a mi viaje de vacaciones con mis amigos!

—¡Que así sea, pues! ¡¡Por el poder del místico ojo de Vanihain, invoco a los mivashtis del viento!! ¡Que allá donde fueres, hagas lo que vieres! ¡¡¡shalabú!!!

Agitó su varita mágica y, en un parpadeo, estaba con Ripo, Ripa, Ropa y Rupo en las vacaciones. Ripo estaba mandando whatsapps del trabajo, y Rupa haciendo videollamada con su marido para ver a sus hijos, mientras Rupo y Ropa discutían de cosas como la inflación. Yo no podía evitar mi sonrisa pues, a pesar de que efectivamente todo quedó igual y no cambió nada, no había otro tiempo ni lugar en el que quisiera estar. 


Fin.

viernes, 15 de julio de 2022

Los viajes en el tiempo

Resulta que he estado reflexionando sobre los viajes en el tiempo y he hallado varios problemas que generarían si llegaran a ser posibles. Sí, soy de esas personas que solo dan problemas y nunca soluciones. Soy tonta y me gusta ser tonta.
Bueno, esto no tiene nada que ver con efectos mariposa ni universos paralelos. Eso está muy visto. El problema que quiero exponer a continuación radica en que hablamos estrictamente de viajes en el tiempo pero no hablamos de teletransportarnos a diferentes lugares. 
Pongamos por caso que yo quiero viajar en el tiempo a la prehistoria. Retrocederé en el tiempo, sí,  pero yo estaría situada en el mismo punto geográfico en el que me encuentro en el presente. 
Tal vez estoy situada en un terreno sedimentario. Eso significa que en el pasado aún no se había acumulado allí el sedimento y el terreno tenía entonces menos altitud, por lo tanto, cuando llegue a la prehistoria me encontraré flotando en el aire. La consecuencia nefasta es que caeré en picado esos metros que me separan del suelo y seguramente moriré en el acto. 
Podría darse la situación contraria. Que me encuentre en una zona que, a lo largo de miles de años, ha sufrido los efectos de la erosión. Por lo tanto, el punto en el que estoy, antiguamente estaba cubierto de tierra. De tal manera que cuando viaje en el tiempo me encontraré enterrada bajo metros de tierra y como consecuencia moriré asfixiada. 
Y así podríamos seguir con más ejemplos. También podría estar en un lugar donde antes había una laguna, entonces me ahogaré.

Bueno, bueno, no vamos a ser tan catastrofistas diréis. —Vamos a buscar soluciones. Vamos a ir a lo seguro y no vamos a retroceder tan atrás, iremos a un momento y lugar en el que sepamos que el terreno era igual que ahora.
De acuerdo. —Os diré yo. Vamos a viajar a la antigua Roma. 

Sabemos que el foro romano, que actualmente se sigue conservando, era el centro neurálgico de la ciudad. Los edificios están ahí, hay planos, hay pruebas. No hay fallas en el plan. Entonces tomaría un avión a Roma, compraría unas entradas para el foro romano y desde allí mismo efectuaría el viaje temporal dosmil años atrás. Pues bien, ya os dije antes que yo buscaba problemas y nunca soluciones. 

Sabemos que el foro tenía un aspecto diferente al que tiene ahora, los edificios están derruidos y los caminos son de tierra. Si viajara allí ocurriría lo siguiente:

Mis pies quedarían enterrados bajo los adoquines que antiguamente estaban allí colocados. Los romanos no entenderían nada. Pensarían que soy una especie de árbol que ha crecido ahí, o algo.
Como veis, hay que tener en cuenta todo. Esta solución tampoco me sirve. 

Pero no contenta con esto, me di cuenta de que el problema era mucho más profundo. Resulta que la Tierra se mueve. Así que, si la posición de mi cuerpo en el espacio es estrictamente la misma, cuando viaje en el tiempo puede que la Tierra esté muy lejos de mí, en otro punto de la órbita alrededor del Sol. Yo estaría flotando sola en medio del cosmos. La consecuencia nefasta no hace falta decirla.

Entonces hay que asegurarse de que viajamos a la misma estación del año en la que estamos ahora y de que la Tierra se encuentra en la misma posición respecto al Sol. —decís vosotros con regocijo.

¿Seguro?
Eso tampoco vale... ¡porque el universo se expande! realmente la Tierra NUNCA vuelve a la misma posición.

En este punto abandoné la reflexión porque empezó a darme mucha pereza todo y seguramente hay gente mucho más lista que yo que ya ha pensado sobre esto. Por ejemplo, Stephen Hawking. No tengo ni idea, pero seguro. Menos mal que ya se ha muerto y no me puede acusar de copiarme ni nada.

Espero que el tema os haga reflexionar y averigüéis una forma de viajar en el tiempo sin graves consecuencias. La de los adoquines ha sido un al palo. Era la menos nefasta hasta que caí en lo del universo. Eso lo jodió todo.

¡Besitos de brócoli!






Ñoquis de patata carrefour

Hola.

Hoy una nueva sugerencia de presentación.



Son unos ñoquis de patata y me sugieren que, para presentarlos, regrese a la materia prima: la patata. De alguna manera debo revertir el proceso de elaboración del producto hasta el punto en el que el producto mismo no existía.

Quizá estoy equivocada, pero creo que el tiempo no se puede revertir. En ese caso solo me quedan dos opciones. 

La primera es recrear una simulación de patata utilizando para ello los ñoquis. Esto implicaría triturarlos para hacer una masa y después tomar la cantidad suficiente y moldearla hasta darle forma de patata. Después colorear la parte exterior para que parezca la piel, y finalmente cortarla en rodajas y añadir un poco de perejil.

La segunda opción es tirar los ñoquis a la basura y comprar una patata. No sé por qué, pero me parece que esta opción no debería valer porque entonces, ¿para qué he comprado los ñoquis?, ¿cómo va a ser eso una sugerencia de presentación de los ñoquis?, ¿los propios creadores me sugieren que pase de su producto, que me deje de historias y me coma una patata? 

La idea de presentar un producto obviando el producto me parece, ciertamente, bastante mala. Yo les sugiero a los sugeridores esos que se dedican a sugerir, que piensen un poco, que no cuesta tanto. Hasta a mí se me ocurren formas mejores de presentar los ñoquis. Por ejemplo... digamos... no sé... ¡en un plato! 

¡Ja! 

¡Ahí está! Creo que mi idea SÍ es buena. Sobre todo porque no prescinde de los ñoquis.

En fin, me alegro de veros. Estáis muy guapos.

Besitos.



viernes, 13 de mayo de 2022

¡Felicidades, Presidenta, 2022!

 

Hola. El humor. ¿Qué es el humor? La RAE define el humor como un reptil del orden de los emidosaurios, de cuatro a cinco metros de largo y color verdoso. No estoy particularmente de acuerdo con esta definición. El humor es cambiante, vibrante. Es algo vivo, que aprende, que muta.

Hace 10 años, rendíamos un humilde homenaje en carrusel perverso a una persona que siempre ocupará un lugar muy especial en mi corazón: José Mourinho. Pero, además, también celebrábamos las primeras 23 primaveritas de Cris, nuestra ama y señora, nuestra reina del Nilo, nuestra tirana opresora querida. El tiempo nos golpea a todos, nos forja, nos endurece. Y el humor no podía ser menos. En estos años, hemos aprendido, a las malas, que no se pueden usar según qué recursos para hacer reír, que esto puede resultar hiriente y ofensivo. Por eso, en este nuevo homenaje, en esta efeméride, demostraremos que sabemos adaptarnos, que el humor sigue siendo divertido pudiendo respetar a todos y a todas. Con todes ustedes… Felicidades, presidenta 2!

Una entidad que elige libremente definirse como persona viva y cuyo género, edad, etnia y religión no tienen relevancia, entra por voluntad propia a un bar centro cultural. En el Centro cultural, identifica a través de algunos de sus sentidos (no es relevante cuáles) a otra entidad que elige libremente definirse como una persona, cuyo género, etnia, edad y religión tampoco tienen relevancia.

Así, la entidad 1 solicita consentimiento a la entidad 2, de una forma respetuosa, para establecer un contacto amistoso, y entidad 2 le dice que necesitaría consultarlo con el abogado. La entidad 1, haciendo uso de su derecho a la curiosidad, pregunta: “¿Qué abogado?” Y la entidad 2 contesta: “EL QUE TENGO AQUÍ COLGADO!!!”

jajajajaja Os lo habíais creído?? Una polla, chaval, UNA POLLA!!! Esto es carrusel perverso, JODER!! Aquí no hay MIERDAS!! Ya lo dice el nombre, aquí acemos humor carruselero!! y a vecs hablams como en ls SMS!!!

Saludos, TINKI WINKYS!!!! JYGLYPUFFES!!! Soy Paco Lama y este es el PUTO homenaje a la PUTA Cris!!!

Conocí a Cris en 1939 cuando servía para la marina mercante. Quedé inmediatamente impresionado por su poderío físico, ya que luchaba en las bodegas en peleas ilegales y nadie podía con ella. Fornidos marineros, algunos heterosexuales, caían uno tras otro ante sus técnicas de jiu jitsu, muay thai y diálogo mayéutico. Así ganaba dinero suficiente para poder pagar sus estudios de física cuántica biomolecular industrial química y ADE, donde los profesores se peleaban con cuchillos para darle las mejores y más bonitas matrículas de honor. Yo me sentía intimidado por semejante leyenda, pero el destino quiso que hiciéramos juntos un trabajo de neurociencia 1 y hablamos por msn. Desde entonces hemos vivido miles de aventuras, como cuando tuvimos que encontrar el valle encantado, o cuando liberamos al pueblo judío del faraón, o cuando casi nos quedamos sin gasolina volviendo de Alfas de Pi.

Ahora dirán algunas palabras algunas de las personas relevantes en la vida de Cris que sabemos que no le decepcionarán en el futuro:

 

Equinox: De donde yo vengo, la vida no empieza con el nacimiento ni termina con la muerte, pero en honor a vuestras costumbres, te presento mis deseos de bondad y felicidad! Ppppfpffpfpf

MacAllister y Puta: Hola, soy MacAllister… y yo soy Puta… y queremos desearte feliz cumpleaños!!!

David Beckham: Hola,Curistchina, eehh Muschias Felisdades, es, un, honour parua mi disearte felís día.

Emilio: La señora quiere algún guiso especial por su cumpleaños?

Hal Boñigas: No mires ahora, Cris, pero nos está observando un señor trajeado oculto tras su periódico, tienes tú la droga o la tengo yo? No, yo tengo el mapa del tesoro, será mejor apresurarnos, nuestro vuelo sale en 30 minutos…

Shakira: Pero cómo me lo iba a perder? Muchas felicidades, tía, a ver si nos vemos, jeje siempre decimos lo mismo y al final nada, vaya dos! Pero en serio, a ver si nos vemos, tú dime, yo siempre puedo, y así te presento a Geri.

Gertrudio y Clotilde: Estooo os dije que Clotilde no podía venir… estamos dándonos un tiempo, jeje, felicidades, Cris!

La Honorable Facultad de Educación de la Universidad Complutense de Madrid: Vuenos días, Cristina, te deceamos una muy feliz kumpleanios, tqiero mucxo

Cualquier tío de pof: Hola guapaaaa. Holaaaa. Guapaaaa. No contestas? Holaaaa. Hola guapaaa. Hola guapaaaa. Holaaaaa. He visto en tu perfil que es tu cumple, FELICIDADES GUAPÍSIMA! Holaaaaa. Holaaaaa. Hola guapaaaaa. Te lo tienes muy creído no? JAJAJA pues que te jodan! Holaaaa. Hola guapaaaa. Guapaaa qué taaal? Holaaa.

Jampilumpi: No felisitasión, solo khlav kalash

Chicalahuita: Brindemos por una amistad que durará mil lunas! Feliz cumpleaños, Cris! Ensaimada?

Viridio Sansone Zubizarreta: Felices 33! La edad de Crist-ina! JA JA JA

Hermes el Gato: Felicidades, Cris, espero que sigas igual que el año pasado y que sigas así toda la vida, los cambios no son buenos…

Hombre con bigote que mira raro en Bumper Currus: Felicidades ¬¬

Infaustus: FELICIDADES?!?!? No sabéis lo que decís, Infaustus no es Felicidad, Infaustus es Dolor!!! Infaustus os devorará los

Higuaín: Che, sabés que me dijeron que me confundiste con otro pibe? Jaja Felicidades, carajo!!

 

Es difícil imaginarse lo que nos deparan los próximos 10 años. Invasores de la dimensión Insectia? Los peluches revelándose contra la humanidad? El atleti ganando la Champions? No lo sabemos, pero sea lo que sea, seguro que lo viviremos juntos, porque 10 años dan para mucho y, por eso, alcemos nuestros batidos de proteínas y brindemos por Cris, mientras disfrutamos de sus mejores momentos en estos últimos 10 años y por que, como dice la canción, nos volvamos a ver cuando sea y donde sea! FELICIDADES, CRIS!



domingo, 7 de febrero de 2021

Pesadilla en la cocina

 

Mi tren a Kagar estaba cancelado. Afortunadamente me reubicaron en el siguiente tren una hora más tarde, lo que significaba que aún podría llegar a la convención de coleccionistas de pegatinas de mandarina celebrada religiosamente cada 150 años. Disponía de ese tiempo para comer, así que, me apresuré a salir de la estación para buscar un restaurante donde llenarme el buche antes de embarcar.

Tras varios minutos recorriendo calles de esa maldita ciudad y topándome sólo con absurdos comercios de periódicos impermeables, pelucas con olor a pies y paraguas para la ducha encontré por fin un bar. "Bar currupipi" podía leerse a duras penas en su viejo toldo roído y descolorido. A juzgar por su aspecto, el negocio no parecía estar en su mejor momento, pero a la puerta tenían una pizarra donde mostraban el menú del día:

 

Primeros platos

Ensaladilla de colilla

Tomates con gaznates

Queso de cabra macabra

 

Segundos platos

Filete de juanete

Lasaña de la araña

Empanada con pedrada

 

Postres

Tarta que infarta

Flan de pan

El secreto de Felisa

 

No disponía de mucho tiempo para buscar alternativas así que decidí entrar y aventurarme a conocer lo que escondían los extraños juegos de palabras de la carta.

 

Su interior no mejoró las cosas, el local estaba vacío y un fuerte olor a fritanga y a aula de primaria después del recreo me envolvió mientras observaba las viejas fotografías que decoraban las paredes manchadas de salpicaduras. Las fotos mostraban famosos de prestigio mundial que habían comido en el lugar en tiempos mejores:  Leticia Sabater, el niño alemán loco, la del anuncio de "chic para mi, chic para ti", Jaimito Borromeo, el del anuncio de "Es una fiezzsta", entre otras celebridades. Entre todos los famosos me llamó la atención alguien que me resultaba familiar, pero no lograba recordar quién era.

Respecto al olor del local se me ha olvidado decir que también olía un poco a pene. Podría editar el párrafo de arriba pero no quiero.

De pronto vi salir de la cocina a una camarera coja, con gruesas gafas, pelo enmarañado y gesto apesadumbrado. Era la mujer que posaba junto a las celebridades, pero ahora mucho más envejecida.

Me sentó en una de las mesas y una sensación extraña y profundamente desagradable recorrió mi cuerpo. Sobre todo porque no me había gustado nada cómo me había sentado, levantándome de forma tan brusca y atropellada y lanzándome a la silla sin más. Vale que fuera coja y todo eso, pero en otros bares a uno le sientan con más delicadeza, le acurrucan, le dan un besito... en fin, que todo había empezado mal. La mujer me miraba en silencio, lo que provocó en mi una risa nerviosa y generó una situación de lo más incómoda. Entonces le pregunté por el secreto de Felisa, le pregunté si era ella Felisa y que si me contaría el secreto, prometiendo que no se lo diría a nadie, solo a un amigo al que le cuento todo. Entonces pronunció las siguientes palabras: "dromedario", "girasol", "tribunal", "windsurf", "secarral". Empezaba a ponerme nervioso, no parecía que la situación fuera a ninguna parte, el tiempo estaba pasando y yo tenía que coger un tren. Necesitaba acelerar las cosas, así que decidí llamar a Uber Eats y pedir algo del menú del mismo bar Currupipi. El repartidor vendría, cogería mi comida y me la entregaría en mi mesa. Yo solo tendría que soportar la mirada helada de la buena señora, que seguía ante mí con su penetrante semblante. Entonces, cuando fui a buscar el móvil, vi aparecer a otra persona, un hombre vestido con pantalón negro, camisa blanca, delantal, pajarita, y que portaba una bandeja con copas con una servilleta de tela colgando en el brazo. Me la jugué y traté de llamar su atención: 

-¡Camarero!- dije -¡Atiéndame por favor! ¡Dentro de una hora me voy a Kagar!

-Y tanto que sí...- respondió él, con una sonrisa fría y maquiavélica.

No me preguntéis por qué, me sentí amenazado. He hablado muchas veces antes con otros camareros, y nunca me hicieron sentir así. Ninguneado, insultado, sexualizado y humillado sí. Pero nunca amenazado.

Recuerdo incluso una vez en que me sentí vacilado. Ocurrió hacía unos minutos con una camarera aparentemente llamada Felisa. Pero insisto porque tengo que dejarlo claro que amenazado no, nunca. Yo jamás hablaría así de los camareros.

Aún así le pedí al camarero ese que me trajera una ensaladilla de colilla y una empanada con pedrada. Asintió y regresó a la cocina.

Mientras esperaba continué mirando las fotografías de la pared intentando recordar quién era esa persona que me resultaba familiar...

Unos minutos más tarde regresó el camarero con la ensaladilla de colilla, interrumpiendo mi ensimismamiento. Menuda decepción, yo creí que sería una especie de ensaladilla con colas de gamba. Pero no, no, era de colillas de cigarro, literalmente. De sabor estaba regu, pero la textura... ¡inadmisible!

Luego llegó la ensalada de pedrada, que yo pensaba que traería arroz empedrado o algo así, pero, ¿adivináis qué llevaba en realidad? ¡Exacto! ¡más cigarrillos! Trataba de disfrutar de la textura, cada vez más nervioso por el paso del tiempo, el cual me hacía envejecer, pero además hacía que me quedara menos tiempo para coger el tren. Los pensamientos se entrecruzaban en mi cabeza... ¿Cumpliría el camarero sus amenazas? ¿Felisa dejaría de mirarme en algún momento? ¿Quién sería el famoso de la pared? ¿Aparecería tópicamente alguna pregunta que no tuviera nada que ver con la historia, en esta lista? Empecé a sudar, los nervios estaban pudiendo conmigo y, por qué no decirlo, las colillas no me estaban sentando nada bien tampoco. Tan desagradables eran mis sensaciones, que pensé que lo mejor sería irme de allí cuanto antes, por lo que saqué el ordenador portátil para hacer una exhaustiva búsqueda en Google respecto a qué postre pedir, investigando opiniones en Tripadvisor, leyendo la historia de las posibles opciones, escribiendo por Facebook a mis amigos cocinillas... después de apagarse el ordenador, buscar el cargador, conectarlo, responder unos mails y terminar mi análisis, llamé de nuevo para pedir el postre definitivo. 

-¡Camarero!- dije. -Tráigame el secreto de Felisa-. Decidí pedir ese postre porque después de mucho buscar me di cuenta de que en realidad quería eso desde el principio. Solamente tenía que creer en mí.

Continué mirando las fotografías de la pared, cada vez más inquietado por ese familiar personaje. ¿Quién eres, maldita sea? Pensaba… pero él no respondía telepáticamente a mis pensamientos. ¿QUIÉN ERES MALDITA SEA? Pronuncié en voz alta, a ver si así.

Entonces, por fin, caí en la cuenta. Ese personaje era….

¡Hitler!

“Hitler” era como yo llamaba cariñosamente a Jimmy Castro el negro del Club Disney, cuando lo veía por televisión allá por el año 2000.

“Mamá, quiero ver el programa de Hitler” le decía a mi abuelo. Y él ponía Telecinco. “Mamá” era como yo llamaba cariñosamente a mi abuelo.

Una vez resuelto el misterio del cuadro, solo restaba comer el postre, recoger mis cosas, desactivar la bomba y salir raudo a coger el tren. Por fin todo estaba empezando a funcionar, aunque hubiera deseado que Felisa se fuera de una vez. Sin embargo, un nuevo contratiempo... el postre no llegaba. El camarero no volvía. Los segundos se convertían en minutos. Los minutos se convertían en 10 minutos. No podía perder ese tren, el destino de muchos estaba en juego, ¡todos contaban conmigo! Jimmy Castro se mofaba de mí desde el cuadro. Me decía "¡Eh, Mariano! ¡Mariano!" Se mofaba llamándome Mariano, ¡¡¡yo no me llamo así!!! ¿Qué hacer? Por una parte, tenía una urgencia mortal por coger el tren y, por otra, el postre iba incluido en el menú, estaba pagado, aunque no me lo comiera... ojalá Felisa dejara de mirarme... ojalá Jimmy dejara de mofarse... ojalá Jaimito Borromeo nunca hubiera existido... Entonces pasó lo más inesperado... ¡transcurrió otro minuto! Se acabó, no podía dejar que las cosas acabaran así, tenía que tomar la iniciativa, como buen heterosexual, así que me levanté y me dirigí hacia la cocina, dejando a Felisa inmóvil ante mi mesa. Abrí la puerta de golpe. 

-¡Camarero!- dije. -¿Dónde está el secreto de Felisa que he pedido?- Pero justo en ese instante Felisa, a quién estaba dando la espalda, me lanzó a la cabeza su zapato ortopédico de diez centímetros de plataforma haciéndome caer inconsciente en el acto.


Al despertar me encontraba en mi tren hacia Kagar. Me sentía confundido y con un extraño dolor de cabeza. -¿Le retiro los platos, señor?- Me dijo la azafata mientras señalaba los restos de mi almuerzo.

¡¿Qué?! ¿Cómo? ¿Había almorzado en el tren? Entonces miré la hora en mi reloj… me encontraba en el primer tren, que nunca se canceló. Respiré aliviado cayendo en la cuenta de que todo había sido un sueño de Resines, que era yo, y me puse a hojear el catálogo de compras a bordo. Cómo no, todo lo que anunciaban eran pelucas y paraguas para la ducha que aparentemente eran los típicos souvenirs de la zona. De repente sonó una notificación en mi teléfono móvil. Era un mensaje de mi amigo, al que siempre le cuento todo.

“Ey Antonio!¡ Qué mofa! Acabo de ver tu foto colgada en un bar que se llama Currupipi! Jaja”

 

FIN