Érase una vez,
una vez. Esta vez, fue la vez en la que la era se era. No joder, nada de eso
pasó en verdad, de lo que yo he venido a hablar es de cuando el famoso egiptólogo,
Eric MacAllister descubrió la legendaria tumba de su pez de colores, que su
padre enterró cuando él era niño. Para ello, el tío tuvo que cruzar la
resplandeciente calle montera, donde una señorita de aspecto explícitamente
sexual le dijo:
-"No hay
nada que me ponga más que los egiptólogos que van en busca de tumbas de peces
de colores enterradas por sus padres cuando eran niños, y de todos los egiptólogos
con estas características que han pasado hoy, tú eres el más guapo".-
MacAllister se dio cuenta de que esa
casquivana fémina sabía demasiado, por lo que decidió ir con ella y ver lo que
se traía entre manos, al fin y al cabo ella podía proporcionarle información
acerca del acuario que más le convenía para conservar el cadáver de su pez una
vez recuperado. No obstante, al llegar a aquella cochambrosa posada descubrió
que la mujer sólo quería realizar la actividad pertinente para quedar en estado
de buena esperanza, a lo que MacAllister por supuesto, accedió.
Una vez satisfizo
los lascivos deseos de semejante perra inmunda, MacAllister se disponía a
reanudar su búsqueda, cuando vio, en la mesilla d noche, unas bragas. Rápidamente,
recordó que eran las mismas bragas que él mismo se había quitado de la cabeza
minutos antes para poder retozar con su repugnante amante. Sus ojos pasaron por
alto este detalle para posarse en el broche de oro que había al lado de las
bragas, el broche de oro con el escudo de armas de su familia que tiempo ha había
pertenecido a su, ahora perdido, pez d colores.
¿Cómo habría
llegado el broche allí? Eric MacAllister decidió investigar sobre la posada,
quizá su padre se alojó en ella, o puede que frecuentara el uso de putas, ¿Por
qué decirlo de una manera fina cuando al fin y al cabo, eran putas? Si no son
putas ellas, ¿Quiénes lo son? Cierto es que algunas chicas un poco sueltas y
ligeras de cascos se acuestan con el primero que pasa, no obstante, si no les
cobran dinero, no son merecedoras de este apelativo. Tras debatir para sus
adentros acerca de lo apropiado o inapropiado del uso de la palabra puta,
recordó que había decidido investigar sobre la posada.
Así, preguntó a
la puta:
-"Oye puta!
De dónde has sacado este broche? ¿Eres ladrona además de puta? ¿Eh,
puta?"-
La puta dijo: -
"Este broche es mío, me lo regaló un viajero porque no podía pagarme con
otra cosa, y me gusta colocarlo cerca d las bragas para contrastar lo glamuroso
con lo vulgar. Ahora vete, ¡sigue tu camino! ¡El dinero que me has dado lo voy
a usar para pagarme a mi misma y masturbarme y, lo que me sobre lo usaré para
llamar al malo de esta historia, que aún no ha aparecido, y contarle que el hijo
de MacAllister está aquí haciendo demasiadas preguntas! ¡Vete! “ -.
La puta no iba a
hablar, así que lo mejor era buscar en Google. Sin embargo su selular estaba
funsionando re-mal desde la mañana, y no tenía acceso a su computadora. Las
cosas no estaban nada chéveres para Eric MacAllister.
Cogió sus bragas
y salió de aquel mugriento hostal donde la moqueta olía (y de hecho, sabía a
risketos rancios). Comenzó a pensar acerca de las palabras de la prostituta. ¿Quién
era ese malo del que habló? ¿Acaso él no le había parecido lo suficientemente
malo? Anotó en su libreta que cuando acabara con este asunto, dedicaría su vida
a demostrar a la puta que él era muy malote, y que en el insti la liaba mucho.
Así, siguió
caminando por las calles hacia su destino, el cementerio de peces de colores de
niños cuando empezó a notar que le seguían. Mirase a donde mirase, veía tíos
con cara de seguidores, el clásico seguidor, con carnet de seguidor y todo,
homologado x la Unión Europea. Por ello, decidió acelerar el paso, pero claro,
los seguidores también lo hicieron y todo se quedó igual. Luego decidió
detenerse, pero, desgraciadamente, los seguidores también se detuvieron y todo quedó
como estaba. Más tarde, decidió tumbarse en el suelo y girar sobre sí mismo,
pero, nuevamente, los seguidores también lo hicieron. No había manera de
librarse de ellos. Así que les dijo: -"¡¡No me sigáis, por favor!!"-.
Pero eran seguidores sordos así que no
funcionó. Se lo dijo en lenguaje de sordos pero le respondieron que no querían
dejar de seguirle. Entonces recordó aquella frase que dice "Si no puedes
escapar de un seguidor, mátalo". Y se enfrentó a los seguidores.
Afortunadamente,
solo sabían seguir, no sabían luchar, ni siquiera se defendieron, se quedaron inmóviles
mientras MacAllister los iba dejando uno a uno inconscientes. Al último le dejó
consciente para interrogarle, le preguntó -"¿Qué sucede en este extraño
lugar?"-. Y entonces MacAllister escuchó una risa que venía de detrás de su
espalda. Se giró, y lo vio. Ahí estaba.
Lo reconoció al
instante a pesar de que hacía años que no le veía. Seguía tal como lo
recordaba, luciendo esa inmensa barriga cervecera, su camisa abierta, pelo en
pecho y su medallón de oro. Por supuesto también su eterno bigote, ahora canoso
por el paso de los años.
-“¿¿Sigues
vivo... Papá?? “-. Dijo Eric con la voz temblorosa.
- “Sí, aún vivo,
he pasado años tratando de buscarte sin éxito, hasta que una pilingui me llamó
y me dijo que andabas buscando la tumba de Flipy, contraté a estos inútiles
seguidores para no perderte la pista, gracias a dios los has matado y ahora no
tengo que pagarles.”-
De esta forma,
padre e hijo fueron a reunirse con Flipy, que supongo que será el pez d colores
que buscaban. Después de pasar por muchos pesares y tras una explicación completamente
satisfactoria y lógica sobre por qué su padre había fingido su propia muerte, había
desaparecido de su vida durante años y ahora había vuelto sin explicación
aparente, Eric y él llegaron al cementerio. Allí, buscaron y buscaron pero no
encontraron por ninguna parte la tumba d Flipy...
De pronto, la
puerta del cementerio se cerró de golpe, y ahí había, armados hasta los dientes
(con piedras y palos) dos fornidos y apuestos peces de colores.
-"Qué está
pasando, papá?"-Dijo.
Pero el padre de MacAllister le apuntaba con
un tirachinas.
-"Qué
significa esto?"- dijo Eric.
-"¡¡Tu
padre ha muerto!!"- dijo el hombre, (ahora desconocido del tirachinas) -"Yo
lo maté"-. Entonces, el hombre se quitó una máscara y en realidad era...
¡¡FLIPY, EL PEZ DE COLORES!!
-“¡Flipy! ¡¡¡te
quiero!!!- exclamó Eric entre sollozos, - “¡¡tú eras mi mejor amigo!! ¿¿Por qué
me apuntas con un tirachinas??”-.
-“Sólo lo hice para desorientar al lector y
darle un vuelco a la historia”- respondió Flipy hundiéndose en los brazos de su
amigo. – “Yo también te quiero, pero de otra manera....”-.
Eric MacAllister no
salía de su asombro. –“Qué quieres decir, Flipy? ¿De otra manera?”-
-“Eric. Tu padre
descubrió mis tendencias homosexuales con humanos y trató de separarnos, tenía
miedo de que pudiera surgir un mete saca entre los dos, así que intentó
matarme....¡¡¡pero no contaba con que yo lo mataría primero!!! ¡¡Ahora bésame!!"-
-"Noooo” -decía
Eric.
-"Siiii,
hazme el amoooor"-
- "Nooooo"-
Entonces, cuando los peces fornidos tenían a MacAllister
con el culo en pompa y Flipy se disponía a violarlo, un broche de oro rebotó en
la cabeza de los tres peces "pum pum pum" matándolos...
…-"¡¡PUTA!!"-
exclamó MacAllister. -"¡Sí, soy yo! ¡masturbarme me ha dado la confianza
necesaria para plantar cara al pez tirano que gobernaba Montera y alrededores!"-
-"Oh! ¡Casémonos!"-.
Y así, MacAllister
no encontró las respuestas que quería, ¡pero consiguió encontrar el amor y
trillones de enfermedades de transmisión sexual! ¡Aún así era feliz por toda la gente que había
muerto gracias a él en esta historia!
FIN!