Corría el año Cero durante Cristo, y
“Esperanza Gracia”, (el detective de su majestad), había deducido que las
sombras de aquella fotografía sólo podían pertenecer a dos personas… A Chip, y
a Chop, las cuales no eran personas propiamente dichas, porque eran irlandeses.
Tras resolver el misterio
de las sombras perdidas, Esperanza quiso relajarse tomando un baño en el lago
de nenúfares del emperador Quio Moi Fa. Pero para ello, tendría que viajar a
China. Esta es la historia del viaje del detective Esperanza a China.
Después de pensar y pensar,
Esperanza decidió que la mejor manera de viajar a China desde Londres, sería
subido a lomos del dragón con cara de perro de la historia interminable, pero,
ya que lamentablemente este personaje pertenecía a la ficción, tuvo que
conformarse con el tradicional avión. Quién le iba a decir que el misterio de
su vida tendría que resolverlo a bordo de un Boing 747? Siempre pensó que sería
a bordo de un concorde o un globo… incluso a lomos del dragón con cara de perro
de la historia interminable!
El caso es, que terminado su baño
en el lago de nenúfares, se encontraba relajado en la habitación de hotel donde
se alojaba en China cuando de pronto, llamaron a la puerta. Salió a abrir y lo que
encontró fue un sobre a sus pies que contenía una nota con el siguiente
mensaje: “Detectibe Esperanza, te az olvidado que la aventura transcurría a
vordo del avion”. Así que esto nos transportaba de nuevo al boing 747
Londres-China donde Esperanza disfrutaba de unos sabrosos pistachos. Los
pistachos tenían un extraño sabor a mansalva vieja, cosa que no sabemos si
acaso es algo, pero era lo que ese sabor le inspiraba. Esperanza fue al lavabo
para quitarse el sabor a mansalva vieja de la boca cuando observó que alguien
había dejado el grifo abierto.
Lo cerró mientras pensaba
“Aaayyyy estos jóveneeees que dejan los grifos abieeeeertooos, Los grifos
abiertos jooodeeer vaaayaaa jooveneeeeees que se dejaaan los grifoooos
abieeeertoooosssss JODEEEERR” y volvió a su asiento. Entonces vio que su sitio
estaba ocupado por un hombre con cabeza de caballo que decía llamarse Equinox y
que venía de un lugar muy complicado. Desde luego, era un fastidio, porque
ahora Esperanza tenía que compartir asiento con semejante aberración que no
paraba de rumiar y relinchar. Sus quejas a las azafatas no daban resultado, ya
que Equinox tenía todos los billetes en regla, y nadie del personal del avión
tenía ninguna inquietud por temas metafísicos o paranormales, así que Esperanza
se tenía que resignar. Entonces, pasó algo inesperado. El avión dio un frenazo
y se apagaron las luces. Cuando se encendieron, Equinox yacía muerto en el
regazo de Esperanza.
El detective Esperanza, decidió
analizar a los pasajeros que viajaban junto a él. En primer lugar, a su derecha
estaba el mayordomo, que sostenía en sus manos un cuchillo jamonero con sangre
reciente y quien sospechaba que Equinox había sido el amante secreto de su
esposa. Detrás, se sentaba un reputado delincuente, con parche y muela de oro,
y mundialmente conocido como “el asesino de caballos”, que tenía incontables
antecedentes equinocidas. Delante se encontraba una streaper de Los Ángeles,
cuyo nombre artístico era “La mantis Yegua”, y que lucía un enorme tatuaje que
se extendía por todo su cuerpo, representando caballos degollados y el mensaje
“Muerte a los caballos” reinando visiblemente en su pecho. Junto a ella,
ocupaba asiento un científico friki y loco, cuya infancia había sido duramente
marcada por los abusos y bullying escolar que sufrió por parte de los caballos
más populares de su escuela.
Esperanza sabía que algo no
encajaba… ¿Cómo podía cualquiera de esas personas, aparentemente normales y
corrientes, haber asesinado a esta noble criatura? Tras interrogarlos a todos
inspeccionó las heridas de Equinox… el corte era profundo y formaba la frase
“Los cuatro pasajeros hemos asesinado a Equinox”.
¿Qué querría decir ese críptico
mensaje?
Desde luego el asesino lo había
grabado para despistar, pues ninguno de los viajeros parecía potencialmente
sospechoso. Entonces recordó las sabias palabras de aquel indio Tulú a quien
conoció trabajando en la reforestación del campamento Cucu-cucu, donde
investigaba la misteriosa desaparición de los árboles…… Las palabras eran “El
peor enemigo de los caballos, está dentro de uno mismo”.
Siguió pensando en la
herida mortal, ya la había examinado una y otra vez, lo que no había hecho era
chuparla. Pero no lo iba a hacer ¿no? Eso sería asqueroso… no no,
definitivamente no lo iba a hacer… mmmm… bueno sí, venga, que la chupe, a ver
qué pasa…
Así que Esperanza chupó la herida
de Equinox y retrocedió repugnado. No por el sabor a sangre y entrañas de ser
mitológico, al que ya estaba acostumbrado… si no por ese asqueroso sabor que ya
conocía… el sabor a mansalva vieja.
Así, Esperanza reunió a todos los
pasajeros para anunciar su conclusión.
“El asesino de Equinox es…. YO,
el detective Esperanza.”
“Oooohhhhhhhhh” se escuchó a
continuación.
“Uuuuuuhh” no se escuchó. Nunca
se llegó a escuchar “uuuuhh” decepcionante.
Esperanza explicó que él mismo,
había matado a Equinox en uno de sus viajes interdimensionales, después de que
le molestara sentándose en su asiento, Esperanza se desplazó al momento en el
que iba a beber agua al baño, aprovechó para apagar las luces, sin querer
dejándose el grifo abierto y matar a mordiscos a Equinox, dejando impregnado el
sabor a mansalva vieja en su herida.
El detective comprendió que su
maestría resolviendo casos había sido su propia trampa, pues ahora le
condenarían a dos semanas de trabajos sociales, arreglándole el jardín a una
desagradable viejecita.
Pero en nuestras memorias,
siempre permanecerá el recuerdo de Equinox, aquel reservado caballito que vino
al mundo para hacernos a todos comprender el verdadero sentido de la vida.
FIN