viernes, 13 de junio de 2014

La leyenda de las maracas indomables.


Corría el año Cero durante Cristo, y “Esperanza Gracia”, (el detective de su majestad), había deducido que las sombras de aquella fotografía sólo podían pertenecer a dos personas… A Chip, y a Chop, las cuales no eran personas propiamente dichas, porque eran irlandeses.
Tras resolver el misterio de las sombras perdidas, Esperanza quiso relajarse tomando un baño en el lago de nenúfares del emperador Quio Moi Fa. Pero para ello, tendría que viajar a China. Esta es la historia del viaje del detective Esperanza a China.

Después de pensar y pensar, Esperanza decidió que la mejor manera de viajar a China desde Londres, sería subido a lomos del dragón con cara de perro de la historia interminable, pero, ya que lamentablemente este personaje pertenecía a la ficción, tuvo que conformarse con el tradicional avión. Quién le iba a decir que el misterio de su vida tendría que resolverlo a bordo de un Boing 747? Siempre pensó que sería a bordo de un concorde o un globo… incluso a lomos del dragón con cara de perro de la historia interminable!
El caso es, que terminado su baño en el lago de nenúfares, se encontraba relajado en la habitación de hotel donde se alojaba en China cuando de pronto, llamaron a la puerta. Salió a abrir y lo que encontró fue un sobre a sus pies que contenía una nota con el siguiente mensaje: “Detectibe Esperanza, te az olvidado que la aventura transcurría a vordo del avion”. Así que esto nos transportaba de nuevo al boing 747 Londres-China donde Esperanza disfrutaba de unos sabrosos pistachos. Los pistachos tenían un extraño sabor a mansalva vieja, cosa que no sabemos si acaso es algo, pero era lo que ese sabor le inspiraba. Esperanza fue al lavabo para quitarse el sabor a mansalva vieja de la boca cuando observó que alguien había dejado el grifo abierto.
Lo cerró mientras pensaba “Aaayyyy estos jóveneeees que dejan los grifos abieeeeertooos, Los grifos abiertos jooodeeer vaaayaaa jooveneeeeees que se dejaaan los grifoooos abieeeertoooosssss JODEEEERR” y volvió a su asiento. Entonces vio que su sitio estaba ocupado por un hombre con cabeza de caballo que decía llamarse Equinox y que venía de un lugar muy complicado. Desde luego, era un fastidio, porque ahora Esperanza tenía que compartir asiento con semejante aberración que no paraba de rumiar y relinchar. Sus quejas a las azafatas no daban resultado, ya que Equinox tenía todos los billetes en regla, y nadie del personal del avión tenía ninguna inquietud por temas metafísicos o paranormales, así que Esperanza se tenía que resignar. Entonces, pasó algo inesperado. El avión dio un frenazo y se apagaron las luces. Cuando se encendieron, Equinox yacía muerto en el regazo de Esperanza. 

El detective Esperanza, decidió analizar a los pasajeros que viajaban junto a él. En primer lugar, a su derecha estaba el mayordomo, que sostenía en sus manos un cuchillo jamonero con sangre reciente y quien sospechaba que Equinox había sido el amante secreto de su esposa. Detrás, se sentaba un reputado delincuente, con parche y muela de oro, y mundialmente conocido como “el asesino de caballos”, que tenía incontables antecedentes equinocidas. Delante se encontraba una streaper de Los Ángeles, cuyo nombre artístico era “La mantis Yegua”, y que lucía un enorme tatuaje que se extendía por todo su cuerpo, representando caballos degollados y el mensaje “Muerte a los caballos” reinando visiblemente en su pecho. Junto a ella, ocupaba asiento un científico friki y loco, cuya infancia había sido duramente marcada por los abusos y bullying escolar que sufrió por parte de los caballos más populares de su escuela.
Esperanza sabía que algo no encajaba… ¿Cómo podía cualquiera de esas personas, aparentemente normales y corrientes, haber asesinado a esta noble criatura? Tras interrogarlos a todos inspeccionó las heridas de Equinox… el corte era profundo y formaba la frase “Los cuatro pasajeros hemos asesinado a Equinox”.
¿Qué querría decir ese críptico mensaje?

Desde luego el asesino lo había grabado para despistar, pues ninguno de los viajeros parecía potencialmente sospechoso. Entonces recordó las sabias palabras de aquel indio Tulú a quien conoció trabajando en la reforestación del campamento Cucu-cucu, donde investigaba la misteriosa desaparición de los árboles…… Las palabras eran “El peor enemigo de los caballos, está dentro de uno mismo”. 
Siguió pensando en la herida mortal, ya la había examinado una y otra vez, lo que no había hecho era chuparla. Pero no lo iba a hacer ¿no? Eso sería asqueroso… no no, definitivamente no lo iba a hacer… mmmm… bueno sí, venga, que la chupe, a ver qué pasa…
Así que Esperanza chupó la herida de Equinox y retrocedió repugnado. No por el sabor a sangre y entrañas de ser mitológico, al que ya estaba acostumbrado… si no por ese asqueroso sabor que ya conocía… el sabor a mansalva vieja.
Así, Esperanza reunió a todos los pasajeros para anunciar su conclusión. 

“El asesino de Equinox es…. YO, el detective Esperanza.”

“Oooohhhhhhhhh” se escuchó a continuación.

“Uuuuuuhh” no se escuchó. Nunca se llegó a escuchar “uuuuhh” decepcionante.

Esperanza explicó que él mismo, había matado a Equinox en uno de sus viajes interdimensionales, después de que le molestara sentándose en su asiento, Esperanza se desplazó al momento en el que iba a beber agua al baño, aprovechó para apagar las luces, sin querer dejándose el grifo abierto y matar a mordiscos a Equinox, dejando impregnado el sabor a mansalva vieja en su herida.
El detective comprendió que su maestría resolviendo casos había sido su propia trampa, pues ahora le condenarían a dos semanas de trabajos sociales, arreglándole el jardín a una desagradable viejecita.
Pero en nuestras memorias, siempre permanecerá el recuerdo de Equinox, aquel reservado caballito que vino al mundo para hacernos a todos comprender el verdadero sentido de la vida.

FIN

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