Había un profesor que vivía relativamente cerca del centro donde impartía sus clases docentes. Un día, tenía clase a las 3 de la tarde. Él, un hombre concienzudo y detallista, sabe que tarda, en coche, una media de 7 minutos y medio en llegar desde su domicilio hasta su aula. No obstante, siempre sale unos 15 minutos antes de casa, por lo que pudiera pasar.
Un buen día, el maestro abandona su hogar camino de su rutina profesional, pero cuando alcanza la carretera se encuentra de improviso con un embotellamiento, un atasco. Nuestro profesor, un hombre de costumbres rígidas, profesional y cuadriculado, odia llegar tarde.
Lleva media hora en el atasco, unos 10 minutos de retraso, y aún le queda mucho camino para llegar a clase. Está completamente parado en el asfalto, y no para de imaginarse a sus alumnos en clase, solos, indignados, y a punto de irse por la ausencia de él. Se desespera, maldice, se revuelve en un charco de impotencia. Hasta que algo pasa por su cabeza, ¿Por qué no empezar la clase desde el coche?
Así, el docente comienza a impartir su clase sentado al volante “Bueno chicos, lamento el retraso, estoy en un atasco, voy a dar la clase desde aquí, en mi propio coche…” ¡Qué ridículo! ¿Por qué nunca se le ocurrió antes?
El profesor continuaba hablando solo, minuto a minuto, y cada vez se sentía más orgulloso, de lo mucho que estaba cundiéndole el atasco y felicitándose por su ingeniosa idea. Hablaba, hacía chistes para amenizar la clase, ponía ejemplos de la vida cotidiana, incluso dibujaba esquemas en el vaho de los cristales.
Los alumnos, ajenos a todo esto, se marchaban a sus casas. Ellos no podían oir la clase no presencial de su maestro porque se encontraban a kilómetros de este. El profesor no lo tuvo en cuenta.
Music and Lyrics by: Víctor/Jaime
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