Una vez vi a una señora que estaba fregando el portal de un bloque. Yo deduje que era la portera y que era su portal, así que todo normal. Lo que ya no era tan normal es que, en cuanto terminó de fregar el portal, empezó con la acera de la calle. Ella seguía a lo suyo, además cantando coplas muy alegremente. Cuando terminó con la acera de su calle y la de enfrente, empezó con la carretera. La cosa empezó a ponerse seria, porque los conductores no sienten el mismo respeto por la senectud que el resto de los peatones, así que casi la atropellan. Pero el asunto se empezó a ir de las manos cuando la señora, muy digna ella, vio que los coches le pisaban lo fregado. Ahí sí que se volvió loca, porque no hay nada más ofensivo y repugnante para una portera que que le pisen el suelo recién fregado. Pero esta historia no me hubiera llamado tanto la atención si no fuera porque la señora pinchaba las ruedas a los coches con una de sus agujas de hacer punto y mataba a los conductores con la otra. Luego ya llegó la policía pero yo me tenía que ir porque tenía clase. Así que nada, la próxima vez que veáis a una señora fregando el portal, no le piséis el fregado porque puede ser muy peligroso.
¡Agur, Ben Hur!
No hay comentarios:
Publicar un comentario