lunes, 7 de septiembre de 2015

La dramática historia de un asalto (hechos reales)

Hay una pregunta que siempre me hago cuando voy en el metro: "¿Eso es una barriga o es que está embarazada?". Lástima que no asistiera al curso de reconocimiento de tipos de barriga cuando estaba en la escuela superior Hamsmilth (en Albacete). Escribo esta misiva mientras me encuentro atrapado en el metro porque un grupo paramilitar se ha hecho con el control del tren.  No hay casi aire y sus gritos recorren los vagones de una punta a otra. En estos momentos de tensión sin límites, se me ocurre la loca idea de arriesgar y cederle el sitio a la pobre mujer, "Señora, ¿quiere usted sentarse?" ZASSS!!! Ostiazo. Seguiré con mi labor de periodista, seguro que mi jefa me pagará millones por retransmitir esto en directo. (El blog no va sobre noticias, estúpido --dice la directora desde su escritorio).


Esta mañana me he levantado a las 7.30am. A diferencia de todas las mañanas, el despertador sólo ha tenido que sonar una vez. En cuanto me he puesto en pie, el olor a café recién hecho ha concentrado toda mi atención. Los granos recién machacados esparcían un olor casi hipnótico por todo el salón que se perdía al llegar a la cocina. Es imposible que alguien hubiera hecho café porque vivía solo con mi gato Wiskas. Wiskas el gato no sabía hacer café. Jamás asistió al curso de "gatos que hacen café a sus amos" en el colegio Flynnsriding del condado de Cuenca. Como esto no tiene nada que ver con las historias absurdas que se cuentan en este blog, evidentemente no había ningún gato haciendo café y todo tenía una explicación lógica: Me había dejado la ventana abierta y mi vecina, como todos los días,  estaba haciendo café en la casa de al lado. Así que me acerqué a la cafetera para encenderla y prepararme algo con cafeína para mí, porque la iba a necesitar. Me esperaba un largo día de trabajo en la empresa de suministros de carruajes, Carrusel Perverso (los peores carruajes del mundo desde 2014). Un sitio con nada de fun eating, con compañeros que te hacen la vida imposible y una jefa que no respeta los descansos para fumar un piti. Me terminé el café mientras leía el periódico y me dispuse a darme una ducha. Al acabar me abotoné la camisa e hice el nudo de la corbata. Tuve que repetirlo una vez. Dos veces. Cuando lo conseguí, abrí la puerta de mi casa, me despedí de Wiskas y me dirigí hacia la boca de metro, rumbo al trabajo, como todas las aburridas y tediosas mañanas de mi vida. No era consciente de lo que me depararía aquel viaje en metro hasta 10 segundos después,  cuando ocurrió todo.

Esto es lo que ha ocurrido antes de que los terroristas se hicieran con el control del tren. Sé que esperabais que os contase lo que ocurrió después, la interesante y escalofriante historia de un secuestro real contado desde la óptica de uno de los asaltados, pero no me apetecía.


Buenas noches.

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